En el horizonte de la vida de Karol se destaca, cada vez con mayor claridad, una nueva personalidad. Jan Tyranowski. De profesión, sastre; formación, el bachillerato en una escuela de enseñanza general. Ha trabajado en el comercio de libros, pero pronto lo ha dejado y ha vuelto junto a su padre, que es sastre, y junto a su hermano, que sigue las huellas del padre; se ha retirado para poder vivir en silencio, evitar dispersiones innecesarias y acercarse a Dios por la oración y la contemplación. Cuando en la primavera de 1940, el padre Mazerski ha empezado a tener unas pláticas para la juventud –en conexión con unos ejercicios para jóvenes-, Tyranowski aparece.
Y Jan –como pronto le llamarían- empieza su obra admirable, que nadie había supuesto, ni propuesto, ni nadie se lo había exigido, ni nadie la habría realizado como él. De este modo procediendo sistemáticamente, como lo aprendió trabajando de librero y correspondía su natural, se reunía una vez por semana con los quince miembros de su “rosario viviente –entre los que se encontraba Karol- para hablar un poco con ellos”. El diálogo duraba siempre una hora larga. Eran conversaciones maravillosas. Propiamente no eran diálogos sobre temas religiosos, sino un curso de religión. Un curso de vida interior que Jan había preparado y que cada uno de sus muchachos tenía que realizar. Pero no es un curso de conocimientos religiosos. Aquí no se trata de la cuestión de en qué ha de creer uno, sino de la cuestión de cómo hay que vivir. Y así se habla mucho del amor, de la abnegación, del trabajo, del sacrificio. Del mal que amenaza a todos. Cada uno tiene la obligación de examinar sus preferencias y sus faltas, y los rasgos esenciales del propio temperamento. Se explican los medios que, en contacto con Cristo, pueden ayudar a la formación del propio carácter, como la oración de la mañana y de la noche, la lectura de la sagrada escritura y de obras religiosas. Y no todo se queda en la explicación, sino que Jan se esfuerza por lograr que estos medios entre en la vida de sus protegidos, y que no se contenten con buenas intenciones. Para este fin utiliza unas gráficas en las que cada uno ha puesto, cada día, si ha cumplido o no con las tareas propuestas...
..., están los muchachos que se reúnen en el grupo del rosario. Con ellos hay que hacer algo, no se les puede rechazar. Son chicos llenos de respeto, entrega y obediencia; muchachos que se pueden dirigir, que se deben dirigir, que se dejan dirigir, que quieren ser dirigidos. En la realidad vacía de los años de la ocupación, en este tiempo inhumano, en la pleamar del odio por un lado y del afán de venganza por el otro, estos muchachos encuentra que lo que se vive en el grupo de Tyranowski es como un mundo normal y humano, un mundo tal como ha de ser para que los hombres puedan vivir en él. Tyranowski emprende la nueva tarea como si fuese la más sencilla y natural. Instruye por separado, y más de lo que lo ha hecho hasta ahora, a cada uno de los quince muchachos, sobre la necesidad de la difusión de la fe, sobre la preocupación por los demás hombres, sobre la responsabilidad que se tiene de los otros y de la juventud en especial. A los más celosos los hace celadores de los nuevos “rosarios vivientes” que han surgido. Así Karol pasa a ser celador de un nuevo grupo de quince. Empieza a hacer el “trabajo” que antes hizo con él Jan: se encuentra con los muchachos de los que es celador.
25.9.06
19.9.06
Salmo 102, 2-3
Señor, escucha mi oración, que mi grito llegue hasta Ti; no me escondas tu rostro el día de la desgracia. Inclina tu oído hacia mí; cuando te invoco, escúchame enseguida.
12.9.06
Carta de San Pablo a los Gálatas 4, 4-7
pero al llegar la plenitud de los tiempos, Dios envió a su Hijo, nacido de mujer, nacido bajo la Ley, a fin de que recibiésemos la adopción de hijos. Y porque sois hijos, Dios envió a nuestros corazones el Espíritu de su Hijo, que clama: "¡Abbá, Padre!" Así que ya no eres siervo, sino hijo; y si eres hijo, también heredero por voluntad de Dios.
10.9.06
Ilustrísimos Señores; Capítulo: Aquellos Tiempos del "Gobo de Rialto", Autor: Albino Luciani
de la Carta de Albino Luciani a Aldo Manuzio, tipógrafo y editor que fundó en Venecia (1494) una imprenta famosa por la elegancia de los caracteres tipográficos inventados por él llamados "itálicos":
A fuer de humanista, recordarás, sin duda, el capítulo tercero del libro octavo de La República, de Platón, donde se enumeran los signos de la decadencia democrática: los gobernantes son aceptados por los súbditos sólo a condición de que autoricen los peores excesos; al que obedece las leyes le llaman estúpido; los padres no se atreven a corregir a sus hijos; los hijos ultrajan a sus padres (“para ser libres”, escribe irónicamente Platón); el maestro teme al alumno, y el alumno desprecia al maestro; los jóvenes adoptan aires de ancianos, y los ancianos se hartan de gastar bromas para imitar a los jóvenes; las mujeres, en el vestir, se parecen a los hombres, etc.; ya conoces el capítulo.
A fuer de humanista, recordarás, sin duda, el capítulo tercero del libro octavo de La República, de Platón, donde se enumeran los signos de la decadencia democrática: los gobernantes son aceptados por los súbditos sólo a condición de que autoricen los peores excesos; al que obedece las leyes le llaman estúpido; los padres no se atreven a corregir a sus hijos; los hijos ultrajan a sus padres (“para ser libres”, escribe irónicamente Platón); el maestro teme al alumno, y el alumno desprecia al maestro; los jóvenes adoptan aires de ancianos, y los ancianos se hartan de gastar bromas para imitar a los jóvenes; las mujeres, en el vestir, se parecen a los hombres, etc.; ya conoces el capítulo.
9.9.06
¿Hacia dónde camina Chile? Nº 8, Autor: Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
Nuestras familias no merecen las “Normas nacionales sobre regulación de la fertilidad” emanadas del gobierno de Chile. Estamos con todas las familias que día a día hacen patria a pesar de tantas dificultades. Extendemos a los padres, hijos y abuelos nuestro especial afecto en esta hora. A todos los que trabajan y luchan por la vida, les animamos a continuar, sin descanso, en este propósito.
ver documento completo en www.mislekturas-haciadonde.blogspot.com
8.9.06
¿Hacia dónde camina Chile? Nº 4, Autor: Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
El documento normativo recuerda a políticas públicas fijadas en regímenes totalitarios que pretendían desde el Estado regular la vida íntima de las personas en función de criterios autoritarios, no consensuados, y reñidos con el respeto a la dignidad de la persona humana.
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7.9.06
¿Hacia dónde camina Chile? Nº 1, Autor: Comité Permanente de la Conferencia Episcopal de Chile
No son éstas las políticas que los pastores esperábamos como buenos anuncios en el mes de la patria. No es éste el camino para el Chile que se apresta a celebrar su Bicentenario. Esperábamos buenas noticias en el ámbito de la justicia social y de la educación. Este camino escogido nos decepciona.
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4.9.06
Las Bienaventuranzas, Cáp. 21, Autor: Georges Chevrot
pues eso basta para que sea digno de su interés. Esfuérzate sin duda en protegerlo contra sus malas pasiones, pero desde el momento en que sufre, sé misericordioso. Amarás a tu prójimo, no cuando lo merezca, sino porque es tu prójimo.
3.9.06
Constitución Pastoral Gaudium et Spes Nº 16
En lo más profundo de su conciencia descubre el hombre la existencia de una ley que él no se dicta a sí mismo, pero a la cual debe obedecer, y cuya voz resuena, cuando es necesario, en los oídos de su corazón, advirtiéndole que debe amar y practicar el bien y que debe evitar el mal: haz esto, evita aquello. Porque el hombre tiene una ley escrita por Dios en su corazón, en cuya obediencia consiste la dignidad humana y por la cual será juzgado personalmente. La conciencia es el núcleo más secreto y el sagrario del hombre, en el que éste se siente a solas con Dios, cuya voz resuena en el recinto más íntimo de aquélla. Es la conciencia la que de modo admirable da a conocer esa ley cuyo cumplimiento consiste en el amor de Dios y del prójimo. La fidelidad a esta conciencia une a los cristianos con los demás hombres para buscar la verdad y resolver con acierto los numerosos problemas morales que se presentan al individuoy a la sociedad. Cuanto mayor es el predominio de la recta conciencia, tanto mayor seguridad tienen las personas y las sociedades para apartarse del ciego capricho y para someterse a las normas objetivas de la moralidad. No rara vez, sin embargo, ocurre que yerra la conciencia por ignorancia invencible, sin que ello suponga la pérdida de su dignidad. Cosa que no puede afirmarse cuando el hombre se despreocupa de buscar la verdad y el bien y la conciencia se va progresivamente entenebreciendo por el hábito del pecado.
2.9.06
Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 81, Autor: Francisco Fernández Carvajal
Se nos ha dado, entre otros dones, la vida natural, el primer regalo de Dios; la inteligencia, para comprender las verdades creadas y ascender a través de ellas hasta el Creador; la voluntad, para querer el bien, para amar; la libertad, con la que nos dirigimos como hijos a la Casa paterna; el tiempo, para servir a Dios y darle gloria; bienes materiales, para que nos sirvan de instrumento para sacar adelante obras buenas, en favor de la familia, de la sociedad, de los más necesitados... En otro plano, incomparablemente más alto y de más valor, hemos recibido la vida de la gracia -participación de la misma vida eterna de Dios-, que nos hace miembros de la Iglesia y partícipes en la Comunión de los Santos, y la llamada de Dios a seguirle de cerca. Ha puesto a nuestra disposición los sacramentos, especialmente el don inestimable de la Sagrada Eucaristía; hemos recibido como Madre a la Madre Dios; los siete dones y los frutos del Espíritu Santo que nos impulsan constantemente a ser mejores; un Angel que nos custodia y protege...
1.9.06
Es Cristo que Pasa Nº 72, Autor: San Josemaría
La caridad cristiana no se limita a socorrer al necesitado de bienes económicos; se dirige, antes que nada, a respetar y comprender a cada individuo en cuanto tal, en su intrínseca dignidad de hombre y de hijo del Creador. Por eso, los atentados a la persona -a su reputación, a su honor- denotan, en quien los comete, que no profesa o que no practica algunas verdades de nuestra fe cristiana, y en cualquier caso la carencia de un auténtico amor de Dios. La caridad por la que amamos a Dios y al prójimo es una misma virtud, porque la razón de amar al prójimo es precisamente Dios, y amamos a Dios cuando amamos al prójimo con caridad .
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