De nosotros deberían decir quienes nos han tratado lo que sus contemporáneos afirmaron del Señor: pasó haciendo el bien (Hech 10, 38)... Nuestra vida ha de estar llena de obras de caridad y de misericordia, a veces tan pequeñas que no causarán mucho ruido: sonreír, alentar, prestar con alegría esos pequeños servicios que lleva consigo la convivencia, disculpar los errores del prójimo para los que casi siempre encontraremos una buena excusa... Es ésta una señal ante el mundo, pues por la caridad nos conocerá como discípulos de Cristo (Cfr. Jn 13, 35). Es también una referencia para nosotros mismos, pues si examinamos nuestra postura ante los demás, podremos averiguar con prontitud nuestro grado de unión con Dios.
16.3.24
Primera Carta de San Juan 2,3-11.
Queridos hermanos:
La señal de que lo conocemos, es que cumplimos sus
mandamientos.
El que dice: "Yo lo conozco", y no cumple sus
mandamientos, es un mentiroso, y la verdad no está en él.
Pero en aquel que cumple su palabra, el amor de Dios ha llegado verdaderamente a su plenitud. Esta es la señal de que vivimos en él. El que dice que permanece en él, debe proceder como él.
Queridos míos, no les doy un mandamiento nuevo, sino un mandamiento antiguo, el que aprendieron desde el principio: este mandamiento antiguo es la palabra que ustedes oyeron. Sin embargo, el mandamiento que les doy es nuevo. Y esto es verdad tanto en él como en ustedes, porque se disipan las tinieblas y ya brilla la verdadera luz.
El que dice que está en la luz y no ama a su hermano, está
todavía en las tinieblas.
El que ama a su hermano permanece en la luz y nada lo hace
tropezar.
Pero el que no ama a su hermano, está en las tinieblas y camina en ellas, sin saber a dónde va, porque las tinieblas lo han enceguecido.