10.10.22

Libro de Isaías 26,7-9.12.16.

La senda del justo es recta, tu allanas el sendero del justo.

Sí, en la senda trazada por tus juicios, esperamos en ti, Señor: tu Nombre y tu recuerdo son el deseo de nuestra alma.

Mi alma te desea por la noche, y mi espíritu te busca de madrugada, porque cuando tus juicios se ejercen sobre la tierra, los habitantes del mundo aprenden la justicia.

Señor, tú nos aseguras la paz, porque eres tú el que realiza por nosotros todo lo que nosotros hacemos.

En medio de la angustia, Señor. acudimos a ti, clamamos en la opresión, cuando nos golpeaba tu castigo.

Homilía n° 5 sobre la sencillez, 137-139; Autor: Filomeno de Mabboug (¿-c. 523) obispo de Siria

 Nuestro Señor no ha sido comparado con un león cuando fue conducido a la muerte... Como un cordero, una oveja, guardaba silencio cuando fue llevado a su Pasión y a la muerte: "Callaba como una oveja delante del esquilador. No abrió la boca" en su humillación (Is 53,7)...

De pie delante del juez e interrogado, él, el Maestro y doctor de toda sabiduría, no responde..., con el fin de cumplir esta palabra: "Fue llevado al matadero como un cordero" (Is 53,7). Lo llevan maltratado de un lugar a otro, se lo llevan de un lugar a otro, de un juez a otro como si fuera mudo. Delante de Anás, se calla (Jn 18,13);

Aunque se le ruega, no habla. Interrogado por Pilatos, guarda silencio; y hasta que le preguntaron: "¿Eres el rey de Judíos?" (Jn 18,33) no responde. Lo condujeron entonces a Herodes que le interrogó para ver y escuchar de su boca cosas extraordinarias y para tentarlo (Lc 23, 8s): allí todavía, guardó silencio, no habló, no respondió a su interrogador. Le vimos como un loco que no sabe nada, como un insensato que no tiene respuesta. Sus enemigos pensaron lo que quisieron, pero él no abandonó la inocencia del cordero.

Libro de Miqueas 2,1-5.

¡Ay de los que proyectan iniquidades y traman el mal durante la noche! Al despuntar el día, lo realizan, porque tienen el poder en su mano.

Codician campos y los arrebatan, casas, y se apoderan de ellas; oprimen al dueño y a su casa, al propietario y a su herencia.

Por eso, así habla el Señor: Yo proyecto contra esta gente una desgracia tal que ustedes no podrán apartar el cuello, ni andar con la cabeza erguida, porque será un tiempo de desgracia.