15.11.24

Primera Regla, 23; Autor: San Francisco de Asís (1182-1226) fundador de los Hermanos menores

Poderosísimo, santísimo, altísimo y soberano Dios,

Padre justo y santo, Señor, rey del cielo y de la tierra,

te damos gracias por ser tú quien eres,

porque, por tu santa voluntad,

y por tu Hijo único con el Espíritu Santo,

has creado todas las cosas, espirituales y corporales.

Nos has hecho a tu imagen y semejanza,

nos has colocado en el paraíso;

y nosotros, caímos por nuestras faltas.

Te damos gracias porque,

igual que tú nos has creado por medio de tu Hijo

igualmente, por medio del santo amor con que nos has amado,

has hecho nacer a tu Hijo, verdadero Dios y verdadero hombre,

de la gloriosa Virgen, Santa María,

y, por su cruz, su sangre y su muerte,

has querido rescatarnos de nuestro cautiverio.

Te damos gracias porque este mismo Hijo

vendrá en la gloria de su majestad,

para mandar al fuego eterno a los malditos

que no han querido convertirse y reconocerte

y para decir a todos los que te habrán reconocido,

adorado y servido en la penitencia:

«Venid, benditos de mi Padre; heredad el reino preparado para vosotros desde la creación del mundo» (Mt 25,34).

Todos somos miserables y pecadores,

no somos dignos de nombrarte;

te rogamos, pues, aceptes

que nuestro Señor Jesucristo

tu Hijo muy amado en quien te complaces,

junto con el Espíritu Santo Paráclito,

sea él mismo quien te de gracias por todo,

tal como te place y como a él le place,

él, que te basta siempre y en todo,

él, por quien has hecho tanto por nosotros.

 ¡Aleluya!

Manuscrito A, 83; Autora: Santa Teresa del Niño Jesús (1873-1897) carmelita descalza, doctora de la Iglesia

“El Reino de Dios está en medio de vosotros.”

     Lo que me sostiene en la oración es, por encima de todo, el evangelio; hallo en él todo lo que necesita mi pobrecita alma. Siempre descubro en él luces nuevas, sentidos ocultos y misteriosos...

    Comprendo y sé por experiencia, que el reino de Dios está dentro de nosotros. Jesús no tiene necesidad de libros ni de doctores para instruir a las almas; él, el doctor de los doctores, enseña sin ruido de palabras...Nunca le he oído hablar, pero sé que está dentro de mí. Me guía y me inspira a cada instante lo que debo decir o hacer. Descubro, justamente en el momento en que las necesito, luces que hasta entonces no había visto. Y las más de las veces estas ilustraciones no son más abundantes precisamente en la oración, sino más bien en medio de las ocupaciones del día...



«El Reino de Dios ya está entre vosotros»; Autor: Fray Josep Mª Masana i Mola OFM


Hoy, los fariseos preguntan a Jesús una cosa que ha interesado siempre con una mezcla de interés, curiosidad, miedo...: ¿Cuándo vendrá el Reino de Dios? ¿Cuándo será el día definitivo, el fin del mundo, el retorno de Cristo para juzgar a los vivos y a los difuntos en el juicio final?


Jesús dijo que eso es imprevisible. Lo único que sabemos es que vendrá súbitamente, sin avisar: será «como relámpago fulgurante» (Lc 17,24), un acontecimiento repentino y, a la vez, lleno de luz y de gloria. En cuanto a las circunstancias, la segunda llegada de Jesús permanece en el misterio. Pero Jesús nos da una pista auténtica y segura: desde ahora, «el Reino de Dios ya está entre vosotros» (Lc 17,21). O bien: «dentro de vosotros».

El gran suceso del último día será un hecho universal, pero ocurre también en el pequeño microcosmos de cada corazón. Es ahí donde se ha de ir a buscar el Reino. Es en nuestro interior donde está el Cielo, donde hemos de encontrar a Jesús.

Este Reino, que comenzará imprevisiblemente “fuera”, puede comenzar ya ahora “dentro” de nosotros. El último día se configura ahora ya en el interior de cada uno. Si queremos entrar en el Reino el día final, hemos de hacer entrar ahora el Reino dentro de nosotros. Si queremos que Jesús en aquel momento definitivo sea nuestro juez misericordioso, hagamos que Él ahora sea nuestro amigo y huésped interior.

San Bernardo, en un sermón de Adviento, habla de tres venidas de Jesús. La primera venida, cuando se hizo hombre; la última, cuando vendrá como juez. Hay una venida intermedia, que es la que tiene lugar ahora en el corazón de cada uno. Es ahí donde se hacen presentes, a nivel personal y de experiencia, la primera y la última venida. La sentencia que pronunciará Jesús el día del Juicio, será la que ahora resuene en nuestro corazón. Aquello que todavía no ha llegado, es ya ahora una realidad.