21.2.15

Imitación de Cristo, Libro II, capitulo 12; Autor: Tomás de Kempis



Esta palabra parece dura a muchos: Niégate a ti mismo, toma tu cruz, y sigue a Jesús

Pues que así es, ¿por qué teméis tomar la cruz, por la cual se va al reino? 
En la cruz está la salud, 
en la cruz la vida, 
en la cruz está la defensa de los enemigos, 
en la cruz está la infusión de la suavidad soberana, 
en la cruz está la fortaleza del corazón,
 en la cruz está el gozo del espíritu, 
en la cruz está la suma virtud, 
en la cruz está la perfección de la santidad. 
No está la salud del alma, ni la esperanza de la vida eterna, sino en la cruz. Toma, pues, tu cruz, y sigue a Jesús, e irás a la vida eterna. El vino primero y llevó su cruz y murió en la cruz por ti; porque tú también la lleves, y desees morir en ella. Porque si murieres juntamente con El, vivirás con El.  

   Y si fueres compañero de la pena, lo serás también de la gloria. Dispón y ordena todas las cosas según tu querer y parecer, y no hallarás sino que has de padecer algo, o de grado o por fuerza: y así siempre hallarás la cruz. Pues, o sentirás dolor en el cuerpo, o padecerás tribulación en el espíritu. A veces te dejará Dios, a veces te perseguirá el prójimo: lo que peor es, muchas veces te descontentarás de ti mismo, y no serás aliviado, ni aliviado con ningún remedio ni consuelo; mas conviene que sufras hasta cuando Dios quisiere.

    Porque quiere Dios que aprendas a sufrir la tribulación sin consuelo, y que te sujetes del todo a El, y te hagas más humilde con la tribulación. Así que la cruz siempre está preparada, y te espera en cualquier lugar; no puedes huir dondequiera que estuvieres, porque dondequiera que huyas, llevas a ti contigo, y siempre hallarás a ti mismo. Vuélvete arriba, vuélvete abajo, vuélvete fuera, vuélvete dentro, y en todo esto hallarás cruz. Y es necesario que en todo lugar tengas paciencia, si quieres tener paz interior, y merecer perpetua corona.