El mismo procedimiento de acción individual se encuentra desde el origen de la Iglesia; y tal vez ha sido ésta la vía por la que durante los siglos el Cristianismo conquistó a la mayor parte de sus fieles. Todo creyente es necesariamente un apóstol:
desde el momento en que ha encontrado la verdad, no tiene descanso ni tregua mientras no haga participar de su felicidad a los miembros de su familia, a sus amigos, a sus compañeros de trabajo.
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