17.11.08

Getsemaní, pág. 22; Autor: Mons. Javier Echevarría

Durante la oración en el huerto no pasó por la cabeza a aquellos once la idea de abandonar al Maestro; pero su comportamiento era todavía demasiado afectivo, su amor a Cristo no informaba la totalidad de su ser. Casi se podría afirmar -como de nosotros- que se conducían por un querer a medias. Conocían de sobra que no les convenía apartarse del Señor, pero no se decidían a actuar con plena coherencia; no se identificaban con los ruegos expresos del Maestro. La flojera de su respuesta los condujo, se diría, a una presencia- ausencia, que lógicamente apenaba al Señor.

Getsemaní, pág. 22; Autor: Mons. Javier Echevarría

La Verdad atrae a los hombres, se abre camino en las inteligencias, los orienta y satisface; por eso, los discípulos fueron espontáneamente tras el Señor, como de ordinario ocurre al cristiano, si de detiene a pensar en los beneficios que Él procura. Pero no basta con dejarse llevar para ser amigos suyos; el Señor nos enseñó que se requiere el ejercicio conciente de la propia libertad, hasta las últimas consecuencias.

Hablar con Dios, Tomo V, Nº 82; Autor: Francisco Fernández Carvajal

Aprovechar el tiempo es llevar a cabo lo que Dios quiere que hagamos en ese momento. A veces, aprovechar una tarde será «perderla» a los pies de la cama de un enfermo o dedicando un rato a un amigo a preparar el examen del día siguiente. La habremos perdido para nuestros planes, muchas veces para nuestro egoísmo, pero la hemos ganado para esas personas necesitadas de ayuda o de consuelo y para la eternidad. Aprovechar el tiempo es vivir con plenitud el momento actual, poniendo la cabeza y el corazón en lo que hacemos, aunque humanamente parezca que tiene poca entidad, sin preocuparnos excesivamente por el pasado, sin inquietarnos demasiado por el futuro. El Señor quiere que vivamos y santifiquemos el momento presente, cumpliendo con responsabilidad ese deber que corresponde al instante que vivimos, librándonos de preocupaciones inútiles futuras, que quizá nunca llegarán, y si llegan... ya nos dará nuestro Padre Dios la gracia sobrenatural para superarlas y la gracia humana para llevarlas con garbo. Él mismo nos dijo: No os agobiéis por el mañana, porque el mañana traerá su propio peso. A cada día le basta su afán(Mt 6, 34). Vivir con plenitud el presente nos hace más eficaces y nos libra de muchas ansiedades inútiles.