Tus manos que bendijeron, Señor,
Tus manos que curaron,
Que devolvieron la vista a los ciegos
Que borraron la lepra de los rostros
Y que dibujaron en la arena
Mientras los falsos jueces de la mujer adúltera
abandonaban uno a uno su tribunal de muerte,
Tus manos que partieron el pan
Y virtieron el vino
Para que las invisibles verdades de la fe
Alimenten y rieguen
Las inciertas realidades de este mundo visible
Tus manos que tanto dieron
Y tan poco recibieron
Señor
Tus manos generosas
Clavadas en la cruz
Permanecerán abiertas para siempre
El hierro punzante atraviesa los pies que santificaron la tierra
La justicia mentirosa de los hombres ha terminado su obra
Y bajo el sol oscurecido por la tormenta y el crimen
Todo está dispuesto
Para alzar el madero con el crucificado.
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