24.8.08
Hablar con Dios, Tomo 6, Nº 9, Autor: Francisco Fernández Carvajal
En este nuevo Pueblo hay un único sacerdote, Jesucristo, y un único sacrificio, que tuvo lugar en el Calvario y que se renueva cada día en la Santa Misa. Todos aquellos que componen este pueblo son linaje escogido, participan del sacerdocio de Cristo y quedan capacitados para llevar a cabo una mediación sacerdotal, fundamento de todo apostolado, y para participar activamente en el culto divino. De esta manera pueden convertir todas sus actividades en sacrificios espirituales, agradables a Dios (1 Pdr 2, 5). Se trata de un sacerdocio verdadero, aunque esencialmente distinto del sacerdocio ministerial, por el que el sacerdote queda capacitado para hacer las veces de Cristo, principalmente cuando perdona los pecados y celebra la Santa Misa. Sin embargo, ambos están ordenados el uno al otro y participan, cada uno a su modo, del único sacerdocio de Cristo. En él -en la participación del sacerdocio de Cristo- nos santificamos y encontramos las gracias necesarias para ayudar a los demás.
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