A veces ocurre
que consagramos todo nuestro esfuerzo a cosas no solo superfluas, sino incluso inútiles y
perjudiciales, mientras se abandona y desprecia el estudio de la Escritura.
Aquellos que en las competiciones hípicas se excitan hasta el colmo, pueden referir con rapidez el
nombre, la yeguada, la raza, la nación, el entrenamiento de los caballos, los
años de su vida, la velocidad de su carrera, y quién con quién, si galopan
unidos, conseguirían la victoria, y qué caballo, entre estos o aquellos, si
toma parte en la carrera y si fuera montado por tal jinete, vencería la prueba…
Si, por el contrario, nos preguntamos cuántas son la epístolas de san Pablo, ni
siquiera su número sabemos expresar.
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