Yo te invoco, Señor, ven pronto
en mi ayuda:
escucha mi voz cuando te llamo;
que mi oración suba hasta ti
como el incienso,
y mis manos en alto, como la
ofrenda de la tarde.
Coloca, Señor, un guardián en mi
boca
y un centinela a la puerta de
mis labios;
Pero mis ojos, Señor, están
fijos en ti:
en ti confío, no me dejes
indefenso.
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