Sobre todo, lo que necesitamos en este momento de la historia son hombres y mujeres que, a través de una fe iluminada y vivida, hagan creíble a Dios en este mundo. El testimonio negativo de los cristianos que hablan de Dios y viven contra él, ha oscurecido la imagen de Dios y ha abierto la puerta a la incredulidad. Necesitamos hombres y mujeres que tengan su mirada dirigida a Dios, para comprender la verdadera humanidad. Necesitamos hombres y mujeres cuyos intelectos estén iluminados por la luz de Dios y cuyos corazones estén dirigidos a Dios, para que sus intelectos puedan hablar con los intelectos de los demás, y para que sus corazones puedan abrirse a los corazones de los demás.
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