Hay otras personas que tienen un temperamento que todo lo transforman en buenos humores, incluso los malos alimentos...
Nosotros
igualmente, si tenemos buenas costumbres y nuestra alma está en buen estado,
podemos sacar provecho de todo, incluso de aquello que no es aprovechable. El
libro de los Proverbios lo dice muy bien: «Aquel que mira con dulzura, obtendrá
misericordia» (12,13). Pero en otra parte dice: «Al hombre insensato todas las
cosas le contradicen» (14,7).
He oído decir de un hermano que, si yendo a ver a otro
encuentra su celda dejada y en desorden, se dice para sí mismo: «¡Cuán dichoso
es este hermano de estar completamente desasido de las cosas terrestres y de
llevar su espíritu siempre en lo alto, que no tiene ni tan sólo el placer de
arreglar su celda!» Si a continuación va a la celda de otro hermano y la
encuentra arreglada, limpia y en orden, se dice: «¡La celda de este hermano
está tan limpia como su alma. ¡El estado de su celda corresponde al estado de
su alma!» Jamás dice de ninguno: «Éste es desordenado» o bien: «Éste es
frívolo». Gracias a su excelente estado saca siempre provecho de todo. Que
Dios, en su gran bondad, nos dé, a nosotros también, un buen estado interior
para que podamos aprovecharnos de todo y jamás pensemos mal del prójimo. Si
nuestra malicia nos inspira malos juicios o sospechas, transformémoslas
rápidamente en buenos pensamientos. Puesto que no ver el mal del prójimo, con
la ayuda de Dios, engendra bondad.
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