14.12.23
Carta Encíclica Spe Salvi; Autor: S. S. Benedicto XVI
Un lugar primero y
esencial de aprendizaje de la esperanza es la oración. Cuando ya nadie me
escucha, Dios todavía me escucha. Cuando ya no puedo hablar con ninguno, ni
invocar a nadie, siempre puedo hablar con Dios. Si ya no hay nadie que pueda
ayudarme –cuando se trata de una necesidad o de una expectativa que supera la
capacidad humana de esperar–, Él puede ayudarme[Cf. Catecismo de la Iglesia Católica, n. 2657.].
Si me veo relegado a la extrema soledad...; el que reza nunca está totalmente
solo. De sus trece años de prisión, nueve de los cuales en aislamiento, el
inolvidable Cardenal Nguyen Van Thuan nos ha dejado un precioso opúsculo: Oraciones
de esperanza. Durante trece años en la cárcel, en una situación de
desesperación aparentemente total, la escucha de Dios, el poder hablarle, fue
para él una fuerza creciente de esperanza, que después de su liberación le
permitió ser para los hombres de todo el mundo un testigo de la esperanza, esa
gran esperanza que no se apaga ni siquiera en las noches de la soledad.
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