El Señor nos habla de muchas maneras cuando leemos el Santo Evangelio:
nos da ejemplo con su vida para que le imitemos en la nuestra;
nos enseña el modo de comportarnos con nuestros hermanos;
nos recuerda que somos hijos de Dios y que nada debe quitarnos la paz;
llama la atención de nuestros corazones, para perdonar ese pequeño agravio que hemos recibido;
nos alienta a preparar con esmero la Confesión frecuente, donde nos espera el Padre del Cielo para darnos un abrazo;
nos pide que en esa jornada seamos misericordiosos con los defectos ajenos, pues Él lo fue en grado sumo;
nos impulsa a santificar el trabajo, haciéndolo con perfección humana, pues fue su quehacer durante tantos años de su vida en Nazaret...
Cada día podemos sacar un propósito, una enseñanza, un pensamiento que recordaremos mientras trabajamos. Por esto, si es posible, será mejor que leamos esos breves minutos a primera hora del día para ejercitarnos luego en esa enseñanza sencilla que tanto nos ayudará a mejorar un poco cada jornada.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario