Algunos miran a la Iglesia, quedándose en su apariencia exterior. De este modo, la Iglesia aparece únicamente como una organización más en una sociedad democrática, a tenor de cuyas normas y leyes se juzga y se trata una figura tan difícil de comprender como es la “Iglesia”. Si a esto se añade también la experiencia dolorosa de que en la Iglesia hay peces buenos y malos, trigo y cizaña, y si la mirada se fija sólo en las cosas negativas, entonces ya no se revela el misterio grande y bello de la Iglesia.
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