“El Reino de Dios está dentro de vosotros” dice el Señor… Ea, pues,
alma fiel prepara tu corazón a este Esposo para que quiera venirse a ti, y hablar contigo. Porque Él dice así: “Si alguno me ama, guardará mi palabra, y vendremos a él, y haremos en él nuestra morada” (Jn 14,23). Da, pues, lugar a Cristo, y a todo lo demás cierra la puerta. Si a Cristo tuvieres estarás rico, y te bastará. Él será tu fiel procurador, y te proveerá de todo, de manera que no tendrás necesidad de esperar en los hombres. Porque los hombres se mudan fácilmente, y desfallecen en breve; pero “Jesucristo permanece para siempre” (Jn 12,34), y está firme hasta el fin.
No hay que poner mucha confianza en el hombre frágil y
mortal aunque sea útil y bien querido, ni has de tomar mucha pena si alguna vez
fuere contrario o no te atiende. Los que hoy son contigo, mañana te pueden
contradecir, y al contrario; porque muchas veces se vuelven como el viento. Pon
en Dios toda tu esperanza, y sea Él tu temor y tu amor. Él responderá por ti, y
lo hará bien, como mejor convenga.
“No tienes aquí domicilio permanente” (Hb 13,14).
Dondequiera que estuvieres, serás “extraño y peregrino” (Hb 11,13), y no
tendrás nunca reposo, si no estuvieres íntimamente unido a Cristo.
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