15.2.06

Las Bienaventuranzas, Cáp. 28, Autor: Georges Chevrot

Conviene, sin embargo, subrayar que Jesús bendijo solamente a los cristianos insultados y perseguidos a causa de Él, a los que sean acusados en falso de cualquier clase de mal. Pues suele, efectivamente, suceder que algunos cristianos son atacados no por su virtud, sino a causa de sus defectos. Algunos, por ejemplo, amonestan a sus prójimos inoportunamente; o demuestran indiscreción en el celo que atestiguan en favor de la religión; o, en sus trabajos en obras de beneficiencia, persiguen secretamente la satisfacción de una vanidad personal. Naturalmente son criticados y, los más a menudo, fracasan. Estaría fuera de lugar que adoptasen aires de víctimas y que se creyeran perseguidos por la justicia. Otros, fogosos apologistas de la fe o enderezadores de errores ajenos, carecen de las virtudes naturales de lealtad y paciencia, así como de las virtudes cristianas de humildad y mansedumbre, y acaban por hacerse universalmente odiosos. "Me detestan -dicen entonces- porque soy cristiano." No, mis pobres amigos, sino tan solo porque tienen ustedes un carácter imposible. Algunos cristianos pueden ser perseguidos así, no por llevar el nombre de cristianos, sino por no obrar como cristianos.