1.3.23

Salmo 37(36),3-4.18-19.27-28.39-40

 

Confía en el Señor y practica el bien;

habita en la tierra y vive tranquilo:

que el Señor sea tu único deleite,

y él colmará los deseos de tu corazón.

El Señor se preocupa de los buenos

y su herencia permanecerá para siempre;

 

no desfallecerán en los momentos de penuria,

y en tiempos de hambre quedarán saciados.

Aléjate del mal, practica el bien,

y siempre tendrás una morada,

porque el Señor ama la justicia

y nunca abandona a sus fieles.

 

Los impíos serán aniquilados

y su descendencia quedará extirpada,

La salvación de los justos viene del Señor,

él es su refugio en el momento del peligro;

el Señor los ayuda y los libera,

los salva porque confiaron en él.

Libro de Eclesiástico 2,1-11.

Hijo, si te decides a servir al Señor, prepara tu alma para la prueba.

Endereza tu corazón, sé firme, y no te inquietes en el momento de la desgracia.

Únete al Señor y no te separes, para que al final de tus días seas enaltecido.

Acepta de buen grado todo lo que te suceda, y sé paciente en las vicisitudes de tu humillación.

Porque el oro se purifica en el fuego, y los que agradan a Dios, en el crisol de la humillación.

Confía en él, y él vendrá en tu ayuda, endereza tus caminos y espera en él.

Los que temen al Señor, esperen su misericordia, y no se desvíen, para no caer.

Los que temen al Señor, tengan confianza en él, y no les faltará su recompensa.

Los que temen al Señor, esperen sus beneficios, el gozo duradero y la misericordia.

Fíjense en las generaciones pasadas y vean: ¿Quién confió en el Señor y quedó confundido? ¿Quién perseveró en su temor y fue abandonado? ¿Quién lo invocó y no fue tenido en cuenta?

Porque el Señor es misericordioso y compasivo, perdona los pecados y salva en el momento de la aflicción.