15.11.12

Silencio y Paz, Autor: Ignacio Larrañaga




Silencio y Paz,
fue llevado al país de la vida.
¿para qué hacer preguntas?
Su morada, desde ahora es el descanso,
y su vestido la luz para siempre.
Silencio y Paz, ¿Que sabemos nosotros?

Dios mío, Señor de la historia y dueño
del ayer y del mañana, en tus manos están las
llaves de la vida y de la muerte. Sin preguntarnos
nos llevaste contigo a la morada Santa, y nosotros
cerramos nuestros ojos, bajamos la frente y
simplemente decimos: está bien, así sea.

Silencio y Paz,
La música fue sumergida en aguas profundas,
y todas las nostalgias gravitan sobre las
llanuras infinitas.

Se acabó el combate, ya no habrá para él
lágrimas y ni llanto, ni sobresaltos. El sol
brillará por siempre sobre su frente, y una paz
intangible asegurará definitivamente sus fronteras

Señor de la vida y dueño de nuestros destinos,
en tus manos depositamos silenciosamente,
este ser entrañable y amado que se nos fue.

Mientras aquí abajo entregamos a la tierra
sus despojos transitorios, duerme su alma inmortal
para siempre en la paz eterna, en tu seno
insondable y amoroso, oh Padre de misericordia.
Silencio y Paz.

Amén

12.11.12

Canción Madre del Redentor, Letra: Juan Pablo II, Música: Javier Barros


Dios Padre te eligió antes de la creación 
para realizar en ti su plan de salvación 
tú creíste en su amor, fuiste fiel a su palabra 
y el Hijo de Dios te quiso como Madre suya 
y el Espíritu Santo de gracia te colmó 
y con su amor te dio su bondad.

Madre del Redentor,
la Iglesia te proclama bienaventurada,
vuélvenos tu mirada amorosa, 
y fortalece a cuantos sufren por la fe.

Madre de los hombres, guía a la humanidad 

por caminos de libertad y justicia para todos 
guía nuestros pasos por la senda de la paz 
y encuentren en Cristo el camino, la verdad y la vida. 
Apoya, ¡oh María! nuestra peregrinación 
y nos alcance la salvación.

escuchar la canción aquí


Segunda carta de San Pablo a Timoteo 4,1-6

Te conjuro en la presencia de Dios y de Cristo Jesús, que ha de juzgar a vivos y muertos, por su venida y por su reino: predica la palabra, insiste oportuna e inoportunamente, argumenta, reprende, exhorta con toda paciencia y doctrina. Pues vendrá un tiempo en que no soportarán la doctrina sana, sino que, dejándose llevar de sus caprichos, reunirán en torno a sí maestros que halaguen sus oidos, y se apartarán de la verdad volviéndose a las fábulas. Pero tú vigila en todo, afánate en el trabajo, haz labor de evangelista, desempeña bien tu ministerio.