20.3.11

Segunda Carta de San Pedro 1, 16-18

Pues no ha sido siguiendo fábulas capciosas como os dimos a conocer el poder y la venida de nuestro Señor Jesucristo, sino como quienes han sido testigos oculares de su grandeza. Porque al recibir de Dios Padre honor y gloria, procedente de la sublime Gloria, le vino una voz en estos términos: "Éste es mi Hijo amado en quien me complazco". Esta voz venida del cielo la oímos cuando estábamos con él en el monte santo