16.12.07

Carta de San Pablo a los Filipenses 4,4-7

Alegraos siempre en el Señor; lo repito: alegraos. Que vuestra modestia sea patente a todos los hombres. El Señor está cerca. Por nada os inquietéis, sino presentad en toda oración y plegaria al Señor vuestras peticiones, acompañadas de la acción de gracias. Y la paz de Dios, que supera toda inteligencia, guardará vuestros corazones y vuestros pensamientos en Cristo Jesús.

7.12.07

Hablar con Dios, Tomo 1, Nº 4, Autor: Francisco Fernández Carvajal

“Si Cristo, conocedor del interior del hombre, subraya esta conmoción, quiere decir que es importante para toda nuestra actitud frente al sufrimiento ajeno. Por lo tanto, es necesario cultivar en uno mismo esta sensibilidad del corazón hacia el que sufre. A veces esta compasión es la única o la principal manifestación de nuestro amor y de nuestra solidaridad hacia el hombre que sufre” (JUAN PABLO II, Carta Apost. Salvifici doloris, 28).
¿No tendremos en el propio hogar, en la oficina o en la fábrica, a esa persona herida, física o moralmente, que requiere, con urgencia quizá, nuestra disponibilidad, nuestro afecto y nuestros cuidados?

17.11.07

Libro de la Sabiduría 13,1-9.

Sí, vanos por naturaleza son todos los hombres que han ignorado a Dios, los que, a partir de las cosas visibles, no fueron capaces de conocer a "Aquel que es". , y al considerar sus obras, no reconocieron al Artífice.
En cambio, tomaron por dioses rectores del universo al fuego, al viento, al aire sutil, a la bóveda estrellada, al agua impetuosa o a los astros luminosos del cielo.
Ahora bien, si fascinados por la hermosura de estas cosas, ellos las consideraron como dioses, piensen cuánto más excelente es el Señor de todas ellas, ya que el mismo Autor de la belleza es el que las creó.
Y si quedaron impresionados por su poder y energía, comprendan, a partir de ellas, cuánto más poderoso es el que las formó. Porque, a partir de la grandeza y hermosura de las cosas, se llega, por analogía, a contemplar a su Autor.
Sin embargo, estos hombres no merecen una grave reprensión, porque tal vez se extravían buscando a Dios y queriendo encontrarlo; como viven ocupándose de sus obras, las investigan y se dejan seducir por lo que ven: ¡tan bello es el espectáculo del mundo! Pero ni aún así son excusables: si han sido capaces de adquirir tanta ciencia para escrutar el curso del mundo entero, ¿cómo no encontraron más rápidamente al Señor de todo?

14.11.07

Homilia del 11 de febrero de 1981, Autor: Juan Pablo II

Una palabra buena se dice pronto; sin embargo, a veces se nos hace difícil pronunciarla. Nos detiene el cansancio, nos distraen las preocupaciones, nos frena un sentimiento de frialdad o de indiferencia egoísta.
Así sucede que pasamos al lado de personas a las cuales, aun conociéndolas, apenas les miramos el rostro y no nos damos cuenta de lo que frecuentemente están sufriendo por esa sutil, agotadora pena que proviene de sentirse ignoradas. Bastaría una palabra cordial, un gesto afectuoso, e inmediatamente algo se despertaría en ellas: una señal de atención y de cortesía puede ser una ráfaga de aire fresco en lo cerrado de una existencia, oprimida por la tristeza y por el desaliento. El saludo de María llenó de alegría el corazón de su anciana prima Isabel (cfr. Lc 1, 44)

27.10.07

Hablar con Dios, Tomo 6, Nº 54, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El Señor nos ha colocado en el mejor lugar, donde podemos dar más frutos según las propias condiciones y gracias recibidas, y hemos sido objeto de los mayores cuidados del más experto viñador, desde el momento mismo de nuestra concepción: nos dio un Angel Custodio para que nos protegiera hasta el final de la vida, recibimos, quizá a los pocos días de nacer, la gracia inmensa del Bautismo, se nos dio Él mismo como alimento en la Sagrada Comunión, hemos tenido la oportunidad de recibir una formación cristiana... Incontables han sido las gracias y favores del Espíritu Santo. Sin embargo, es posible que el Señor encuentre a veces pocos frutos en nuestra vida, y quizá, en alguna ocasión, frutos amargos.

26.10.07

Angelus del 17 septiembre 1978, S. S. Juan Pablo I

Los profesores italianos tienen en su historia casos clásicos de ejemplar amor y dedicación a la enseñanza. Giosuè Carducci era profesor universitario en Bolonia. Acudió a Florencia a unos actos conmemorativos. Un día por la tarde, fue a despedirse del ministro de Instrucción Pública. «No, no, dijo el ministro, quédese mañana también» « Excelencia, no me es posible. Mañana tengo clase en la universidad y los chicos me esperan» «Le dispenso yo». «Ud. puede dispensarme, pero yo no me dispenso» El profesor Carducci tenía de verdad un alto concepto tanto de la enseñanza como de los estudiantes. Era de la raza de los que dicen: «Para enseñar latín a John, no es suficiente saber latín es necesario también conocer a John y amarlo». E igualmente «Tanto vale la lección cuanto vale la preparación»

25.10.07

Carta de San Pablo a los Efesios 4, 1-6

los exhorto a comportarse de una manera digna de la vocación que han recibido. Con mucha humildad, mansedumbre y paciencia, sopórtense mutuamente por amor. Traten de conservar la unidad del Espíritu, mediante el vínculo de la paz. Hay un solo Cuerpo y un solo Espíritu, así como hay una misma esperanza, a la que ustedes han sido llamados, de acuerdo con la vocación recibida. Hay un solo Señor, una sola fe, un solo bautismo. Hay un solo Dios y Padre de todos, que está sobre todos, lo penetra todo y está en todos.

17.10.07

Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 76

La comunidad política y la Iglesia son independientes y autónomas, cada una en su propio terreno. Ambas, sin embargo, aunque por diverso título, están al servicio de la vocación personal y social del hombre. Este servicio lo realizarán con tanta mayor eficacia, para bien de todos, cuanto más sana y mejor sea la cooperación entre ellas, habida cuenta de las circunstancias de lugar y tiempo. El hombre, en efecto, no se limita al solo horizonte temporal, sino que, sujeto de la historia humana, mantiene íntegramente su vocación eterna. La Iglesia, por su parte, fundada en el amor del Redentor, contribuye a difundir cada vez más el reino de la justicia y de la caridad en el seno de cada nación y entre las naciones. Predicando la verdad evangélica e iluminando todos los sectores de la acción humana con su doctrina y con el testimonio de los cristianos, respeta y promueve también la libertad y la responsabilidad políticas del ciudadano.

Surco Nº 301, Autor: San Josemaría

No es verdad que haya oposición entre ser buen católico y servir fielmente a la sociedad civil. Como no tienen por qué chocar la Iglesia y el Estado, en el ejercicio legítimo de su autoridad respectiva, cara a la misión que Dios les ha confiado.Mienten - así: mienten!- los que afirman lo contrario. Son los mismos que, en aras de una falsa libertad, querrían "amablemente" que los católicos volviéramos a las catacumbas.

Constitución Dogmática Lumen Gentium, Nº 31

A los laicos pertenece por propia vocación buscar el reino de Dios tratando y ordenando, según Dios, los asuntos temporales. Viven en el siglo, es decir, en todas y a cada una de las actividades y profesiones, así como en las condiciones ordinarias de la vida familiar y social con las que su existencia está como entretejida. Allí están llamados por Dios a cumplir su propio cometido, guiándose por el espíritu evangélico, de modo que, igual que la levadura, contribuyan desde dentro a la santificación del mundo y de este modo descubran a Cristo a los demás, brillando, ante todo, con el testimonio de su vida, fe, esperanza y caridad. A ellos, muy en especial, corresponde iluminar y organizar todos los asuntos temporales a los que están estrechamente vinculados, de tal manera que se realicen continuamente según el espíritu de Jesucristo y se desarrollen y sean para la gloria del Creador y del Redentor.

Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer Nº 59

El modo específico de contribuir los laicos a la santidad y al apostolado de la Iglesia es la acción libre y responsable en el seno de las estructuras temporales, llevando allí el fermento del mensaje cristiano. El testimonio de vida cristiana, la palabra que ilumina en nombre de Dios, y la acción responsable, para servir a los demás contribuyendo a la resolución de los problemas comunes, son otras tantas manifestaciones de esa presencia con la que el cristiano corriente cumple su misión divina.

Exhortación Apostólica Christifideles Laici, Nº 42, Autor: Juan Pablo II

Como repetidamente han afirmado los Padres sinodales, todos y cada uno tienen el derecho y el deber de participar en la política, si bien con diversidad y complementariedad de formas, niveles, tareas y responsabilidades. Las acusaciones de arribismo, de idolatría del poder, de egoísmo y corrupción que con frecuencia son dirigidas a los hombres del gobierno, del parlamento, de la clase dominante, del partido político, como también la difundida opinión de que la política sea un lugar de necesario peligro moral, no justifican lo más mínimo ni la ausencia ni el escepticismo de los cristianos en relación con la cosa pública.

Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer Nº 12

Me refiero precisamente a la libertad personal que los laicos tienen para tomar, a la luz de los principios enunciados por el Magisterio, todas las decisiones concretas de orden teórico o practico -por ejemplo, en relación a las diversas opiniones filosóficas, de ciencia económica o de política, a las corrientes artísticas y culturales, a los problemas de su vida profesional o social, etc.- que cada uno juzgue en conciencia más convenientes y más de acuerdo con sus personales convicciones y aptitudes humanas.

Exhortación Apostólica Christifideles Laici, Nº 39, Autor: Juan Pablo II

El respeto de la dignidad personal, que comporta la defensa y promoción de los derechos humanos, exige el reconocimiento de la dimensión religiosa del hombre. No es ésta una exigencia simplemente «confesional», sino más bien una exigencia que encuentra su raíz inextirpable en la realidad misma del hombre. En efecto, la relación con Dios es elemento constitutivo del mismo «ser» y «existir» del hombre: es en Dios donde nosotros «vivimos, nos movemos y existimos» (Hch 17, 28). Si no todos creen en esa verdad, los que están convencidos de ella tienen el derecho a ser respetados en la fe y en la elección de vida, individual o comunitaria, que de ella derivan. Esto es el derecho a la libertad de conciencia y a la libertad religiosa, cuyo reconocimiento efectivo está entre los bienes más altos y los deberes más graves de todo pueblo que verdaderamente quiera asegurar el bien de la persona y de la sociedad.

Declaración Dignitatis Humanae Nº 2

Este Concilio Vaticano declara que la persona humana tiene derecho a la libertad religiosa. Esta libertad consiste en que todos los hombres han de estar inmunes de coacción, tanto por parte de individuos como de grupos sociales y de cualquier potestad humana, y esto de tal manera que, en materia religiosa, ni se obligue a nadie a obrar contra su conciencia, ni se le impida que actúe conforme a ella en privado y en público, sólo o asociado con otros, dentro de los límites debidos. Declara, además, que el derecho a la libertad religiosa está realmente fundado en la dignidad misma de la persona humana, tal como se la conoce por la palabra revelada de Dios y por la misma razón natural . Este derecho de la persona humana a la libertad religiosa ha de ser reconocido en el ordenamiento jurídico de la sociedad, de tal manera que llegue a convertirse en un derecho civil.
Todos los hombres, conforme a su dignidad, por ser personas, es decir, dotados de razón y de voluntad libre, y enriquecidos por tanto con una responsabilidad personal, están impulsados por su misma naturaleza y están obligados además moralmente a buscar la verdad, sobre todo la que se refiere a la religión. Están obligados, asimismo, a aceptar la verdad conocida y a disponer toda su vida según sus exigencias. Pero los hombres no pueden satisfacer esta obligación de forma adecuada a su propia naturaleza, si no gozan de libertad psicológica al mismo tiempo que de inmunidad de coacción externa. Por consiguiente, el derecho a la libertad religiosa no se funda en la disposición subjetiva de la persona, sino en su misma naturaleza. Por lo cual, el derecho a esta inmunidad permanece también en aquellos que no cumplen la obligación de buscar la verdad y de adherirse a ella, y su ejercicio, con tal de que se guarde el justo orden público, no puede ser impedido.

Declaración Dignitatis Humanae Nº 4

La libertad o inmunidad de coacción en materia religiosa, que compete a las personas individualmente, ha de serles reconocida también cuando actúan en común. Porque la naturaleza social, tanto del hombre como de la religión misma

Declaración Dignitatis Humanae Nº 6

Si, consideradas las circunstancias peculiares de los pueblos, se da a una comunidad religiosa un especial reconocimiento civil en la ordenación jurídica de la sociedad, es necesario que a la vez se reconozca y respete el derecho a la libertad en materia religiosa a todos los ciudadanos y comunidades religiosas.

Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer Nº 12

Este necesario ámbito de autonomía que el laico católico precisa para no quedar capitidisminuido frente a los demás laicos, y para poder realizar con eficacia su peculiar tarea apostólica en medio de las realidades temporales, debe ser siempre cuidadosamente respetado por todos los que en la Iglesia ejercemos el sacerdocio ministerial.

Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 36

las cosas creadas y la sociedad misma gozan de propias leyes y valores, que el hombre ha de descubrir, emplear y ordenar poco a poco, es absolutamente legítima esta exigencia de autonomía. No es sólo que la reclamen imperiosamente los hombres de nuestro tiempo. Es que además responde a la voluntad del Creador.

Conversaciones con Monseñor Escrivá de Balaguer Nº 59

Quisiera añadir que, junto a esta toma de conciencia de los laicos, se está produciendo un análogo desarrollo de la sensibilidad de los pastores. Se dan cuenta de lo específico de la vocación laical, que debe ser promovida y favorecida mediante una pastoral que lleve a descubrir en medio del Pueblo de Dios el carisma de la santidad y del apostolado, en las infinitas y diversísimas formas en las que Dios lo concede.
Esta nueva pastoral es muy exigente, pero, a mi juicio, absolutamente necesaria. Requiere el don sobrenatural del discernimiento de espíritus, la sensibilidad para las cosas de Dios, la humildad de no imponer las propias preferencias y de servir a lo que Dios promueve en las almas. En una palabra: el amor a la legítima libertad de los hijos de Dios, que encuentran a Cristo y son hechos portadores de Cristo, recorriendo caminos entre sí muy diversos, pero todos igualmente divinos.
Uno de los mayores peligros que amenazan hoy a la Iglesia podría ser precisamente el de no reconocer esas exigencias divinas de la libertad cristiana, y, dejándose llevar por falsas razones de eficacia, pretender imponer una uniformidad a los cristianos.
En la raíz de esas actitudes hay algo no sólo legítimo, sino encomiable: el deseo de que la Iglesia dé un testimonio tal, que conmueva al mundo moderno. Mucho me temo, sin embargo, que el camino sea equivocado y que lleve, por una parte, a comprometer a la Jerarquía en cuestiones temporales, cayendo en un clericalismo diverso pero tan nefando como el de los siglos pasados; y, por otra, a aislar a los laicos, a los cristianos corrientes, del mundo en el que viven, para convertirlos en portavoces de decisiones o ideas concebidas fuera de ese mundo.

Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 76

Es de suma importancia, sobre todo allí donde existe una sociedad pluralística, tener un recto concepto de las relaciones entre la comunidad política y la Iglesia y distinguir netamente entre la acción que los cristianos, aislada o asociadamente, llevan a cabo a título personal, como ciudadanos de acuerdo con su conciencia cristiana, y la acción que realizan, en nombre de la Iglesia, en comunión con sus pastores.
La Iglesia, que por razón de su misión y de su competencia no se confunde en modo alguno con la comunidad política ni está ligada a sistema político alguno, es a la vez signo y salvaguardia del carácter trascendente de la persona humana.

14.10.07

Evangelio según San Lucas 17, 11-19

Mientras se dirigía a Jerusalén, Jesús pasaba a través de Samaría y Galilea. Al entrar en un poblado, le salieron al encuentro diez leprosos, que se detuvieron a distancia y empezaron a gritarle: "¡Jesús, Maestro, ten compasión de nosotros!". Al verlos, Jesús les dijo: "Vayan a presentarse a los sacerdotes". Y en el camino quedaron purificados.
Uno de ellos, al comprobar que estaba curado, volvió atrás alabando a Dios en voz alta y se arrojó a los pies de Jesús con el rostro en tierra, dándole gracias. Era un samaritano. Jesús le dijo entonces: "¿Cómo, no quedaron purificados los diez? Los otros nueve, ¿dónde están? ¿Ninguno volvió a dar gracias a Dios, sino este extranjero?". Y agregó: "Levántate y vete, tu fe te ha salvado".

Salmo 98

1 ¡Den gracias al Señor, porque es bueno,
porque es eterno su amor!
2 ¡Den gracias al Dios de los dioses,
porque es eterno su amor!
3 ¡Den gracias al Señor de los señores,
porque es eterno su amor!
Las obras de Dios en la Creación
4 Al único que hace maravillas,
¡porque es eterno su amor!
5 al que hizo los cielos sabiamente,
¡porque es eterno su amor!
6 al que afirmó la tierra sobre las aguas,
¡porque es eterno su amor!
7 Al que hizo los grandes astros,
¡porque es eterno su amor!
8 el sol, para gobernar el día,
¡porque es eterno su amor!
9 la luna y las estrellas para gobernar la noche,
¡porque es eterno su amor!
Las maravillas de Dios en favor de su Pueblo
10 Al que hirió a los primogénitos de Egipto,
¡porque es eterno su amor!
11 y sacó de allí a su pueblo,
¡porque es eterno su amor!
12 con mano fuerte y brazo poderoso,
¡porque es eterno su amor!
13 Al que abrió en dos partes el Mar Rojo,
¡porque es eterno su amor!
14 al que hizo pasar por el medio a Israel,
¡porque es eterno su amor!
15 y hundió en el Mar Rojo
al Faraón con sus tropas,
¡porque es eterno su amor!
16 Al que guió a su pueblo por el desierto,
¡porque es eterno su amor!
17 al que derrotó a reyes poderosos,
¡porque es eterno su amor!
18 y dio muerte a reyes temibles,
¡porque es eterno su amor!
19 a Sijón, rey de los amorreos,
¡porque es eterno su amor!
20 y a Og, rey de Basán,
¡porque es eterno su amor!
21 Al que dio sus territorios en herencia,
¡porque es eterno su amor!
22 en herencia a Israel, su servidor,
¡porque es eterno su amor!
23 al que en nuestra humillación
se acordó de nosotros,
¡porque es eterno su amor!
24 y nos libró de nuestros opresores,
¡porque es eterno su amor!
La Providencia universal de Dios
25 Al que da el alimento a todos los vivientes,
¡porque es eterno su amor!
26 ¡Den gracias al Señor del cielo,
porque es eterno su amor!

Camino Nº 268, Autor: San Josemaría

«Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día.
—Porque te da esto y lo otro. —Porque te han despreciado.
—Porque no tienes lo que necesitas o porque lo tienes.»
Porque hizo tan hermosa a su Madre, que es también Madre tuya.
—Porque creó el Sol y la Luna y aquel animal y aquella otra planta.
—Porque hizo a aquel hombre elocuente y a ti te hizo premioso...»
Dale gracias por todo, porque todo es bueno»

Hablar con Dios, Tomo 5, Nº 39, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El Señor se siente dichoso cuando también nos ve agradecidos con todos aquellos que cada día nos favorecen de mil maneras. Para eso es necesario pararnos, decir sencillamente “gracias” con un gesto amable que compensa la brevedad de la palabra... Es muy posible que aquellos nueve leprosos ya sanados bendijeran a Jesús en su corazón..., pero no volvieron atrás, como hizo el samaritano, para encontrarse con Jesús, que esperaba. Quizá tuvieron la intención de hacerlo... y el Maestro se quedó aguardando. También es significativo que fuera un extranjero quien volviera a dar las gracias. Nos recuerda a nosotros que a veces estamos más atentos a agradecer un servicio ocasional de un extraño y quizá damos menos importancia a las continuas delicadezas y consideraciones que recibimos de los más allegados.
No existe un solo día en que Dios no nos conceda alguna gracia particular y extraordinaria. No dejemos pasar el examen de conciencia de cada noche sin decirle al Señor: “Gracias, Señor, por todo”. No dejemos pasar un solo día sin pedir abundantes bendiciones del Señor para aquellos, conocidos o no, que nos han procurado algún bien. La oración es, también, un eficaz medio para agradecer: Te doy gracias, Dios mío, por los buenos propósitos, afectos e inspiraciones que me has comunicado...

"Pero Yo os digo...", Autor: George Chevrot

No creamos cumplir con los hombres porque les damos, por su trabajo y servicios, la compensación pecuniaria que necesitan para vivir. Nos han dado algo más que un don material. Los maestros nos han instruido, y los que nos han enseñado el oficio, o también el médico que ha atendido la enfermedad de un hijo y lo ha salvado de la muerte, y tantos otros, nos han abierto los tesoros de su inteligencia, de su ciencia, de su habilidad, de su bondad. Eso no se paga con billetes de banco, porque nos han dado su alma. Pero también el carbón que nos calienta representa el trabajo penoso del minero; el pan que comemos, la fatiga del campesino: nos han entregado un poco de su vida. Vivimos de la vida de nuestros hermanos. Eso no se retribuye con dinero. Todos han puesto su corazón entero en el cumplimiento de su deber social: tiene derecho a que nuestro corazón lo reconozca.

13.10.07

Discurso del Santo Padre Benedicto XVI a los Profesores y Alumnos de las Universidades y Ateneos Eclesiásticos de Roma, 23-X-2006

Quien quiera ser amigo de Jesús y convertirse en su discípulo auténtico ―sea seminarista, sacerdote, religioso, religiosa o laico― no puede por menos de cultivar una íntima amistad con él en la meditación y en la oración. La profundización de las verdades cristianas y el estudio de la teología o de otra disciplina religiosa suponen una educación en el silencio y la contemplación, porque es necesario desarrollar la capacidad de escuchar con el corazón a Dios que habla.

3.10.07

Segunda Carta de San Pablo a los Corintios 4, 13

Pero teniendo ese mismo espíritu de fe, del que dice la Escritura: Creí, y por eso hablé, también nosotros creemos, y por lo tanto, hablamos.

2.10.07

Amigos de Dios Nº 120, Autor: San Josemaría

Somos nosotros hombres de la calle, cristianos corrientes, metidos en el torrente circulatorio de la sociedad, y el Señor nos quiere santos, apostólicos, precisamente en medio de nuestro trabajo profesional, es decir, santificándonos en esa tarea, santificando esa tarea y ayudando a que los demás se santifiquen con esa tarea. Convenceos de que en ese ambiente os espera Dios, con solicitud de Padre, de Amigo; y pensad que con vuestro quehacer profesional realizado con responsabilidad, además de sosteneros económicamente, prestáis un servicio directísimo al desarrollo de la sociedad, aliviáis también las cargas de los demás y mantenéis tantas obras asistenciales -a nivel local y universal- en pro de los individuos y de los pueblos menos favorecidos.

19.9.07

Hablar con Dios, Tomo 5, Nº 6, Autor: Francisco Fernández Carvajal

De la conversación vana y superficial a la murmuración, al chisme, al enredo, a la susurración o a la calumnia suele haber un camino muy corto. Es difícil controlar la lengua si no hay presencia de Dios. De nosotros, de cada cristiano que quiere seguir a Cristo, se tendría que decir que en ninguna circunstancia nos oyeron hablar mal de nadie. Por el contrario, de cada uno se debería poder afirmar que pasó por la vida, como Cristo, haciendo el bien (Hech 10, 38.). También con la palabra, con una conversación sencilla llena de interés por los demás. Aun el mismo saludo ha de llevar el bien a quienes nos encontramos cada día: es como decirles: ¡qué alegría haberte encontrado en mi camino!

Ilustrísimos Señores; Capítulo: Palabras, palabras, palabras..., Autor: Albino Luciani

de la carta de Albino Luciani a José Joaquín Belli, poeta romano (1791-1863):

Descubro también que mi persona se enriquece por medio de la conversación. Porque poseer sólidas convicciones es hermoso; pero más hermoso todavía es poderlas comunicar y verlas compartidas y apreciadas por otros.

4.9.07

Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 86, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El Señor nos habla de muchas maneras cuando leemos el Santo Evangelio:
nos da ejemplo con su vida para que le imitemos en la nuestra;
nos enseña el modo de comportarnos con nuestros hermanos;
nos recuerda que somos hijos de Dios y que nada debe quitarnos la paz;
llama la atención de nuestros corazones, para perdonar ese pequeño agravio que hemos recibido;
nos alienta a preparar con esmero la Confesión frecuente, donde nos espera el Padre del Cielo para darnos un abrazo;
nos pide que en esa jornada seamos misericordiosos con los defectos ajenos, pues Él lo fue en grado sumo;
nos impulsa a santificar el trabajo, haciéndolo con perfección humana, pues fue su quehacer durante tantos años de su vida en Nazaret...
Cada día podemos sacar un propósito, una enseñanza, un pensamiento que recordaremos mientras trabajamos. Por esto, si es posible, será mejor que leamos esos breves minutos a primera hora del día para ejercitarnos luego en esa enseñanza sencilla que tanto nos ayudará a mejorar un poco cada jornada.

25.8.07

Evangelio según San Mateo 11, 2-5

Juan el Bautista oyó hablar en la cárcel de las obras de Cristo, y mandó a dos de sus discípulos para preguntarle: "¿Eres tú el que ha de venir o debemos esperar a otro?". Jesús les respondió: "Vayan a contar a Juan lo que ustedes oyen y ven: los ciegos ven y los paralíticos caminan; los leprosos son purificados y los sordos oyen; los muertos resucitan y la Buena Noticia es anunciada a los pobres".

Malaquías 3,1

He aquí que yo enviaré mi mensajero a preparar el camino delante de mí...

Discurso de S. S Benedicto XVI en la inauguración de la asamblea diocesana de Roma, 11-VI-2007).

No podemos guardar para nosotros la alegría de la fe; debemos difundirla y transmitirla, fortaleciéndola así en nuestro corazón. Si la fe se transforma realmente en alegría por haber encontrado la verdad y el amor, es inevitable sentir el deseo de transmitirla, de comunicarla a los demás. Por aquí pasa, en gran medida, la nueva evangelización a la que nos llamó nuestro amado Papa Juan Pablo II.
De manera siempre delicada y respetuosa, pero también clara y valiente, debemos dirigir una peculiar invitación al seguimiento de Jesús a los chicos y chicas que parecen más atraídos y fascinados por la amistad con Él

Carta de Agosto 2007 del Prelado del Opus Dei, Mons. Javier Echevarría

Os recordaba el mes pasado, recurriendo al ejemplo de los primeros cristianos, que el apostolado de los hijos de Dios ha de ser optimista, lleno de seguridad en la eficacia de la labor. El Maestro nos ha dicho: euntes docete omnes gentes (Mt 28, 19); id por todo el mundo, enseñad el Evangelio a toda criatura. Y no nos deja solos: sabed que Yo estoy con vosotros todos los días hasta el fin del mundo (Mt 28, 20).

Surco Nº 183, Autor: San Josemaría

De cien almas nos interesan las cien.

Discurso de S. S Benedicto XVI en la inauguración de su Pontificado, 24-IV-2005).

Nada hay más hermoso que haber sido alcanzados, sorprendidos, por el Evangelio, por Cristo. Nada más bello que conocerle y comunicar a los otros la amistad con Él. La tarea del pastor, del pescador de hombres, puede parecer a veces gravosa. Pero es gozosa y grande, porque en definitiva es un servicio a la alegría, a la alegría de Dios que quiere hacer su entrada en el mundo.

Surco Nº 182, Autor: San Josemaría

—Reza, mortifícate, y luego —¡tienes obligación!— despiértales uno a uno, explicándoles —también uno a uno— que, lo mismo que tú, pueden encontrar un camino divino, sin abandonar el lugar que ocupan en la sociedad.

Es Cristo que Pasa Nº 122, Autor: San Josemaría

Hemos de conducirnos de tal manera, que los demás puedan decir, al vernos: éste es cristiano, porque no odia, porque sabe comprender, porque no es fanático, porque está por encima de los instintos, porque es sacrificado, porque manifiesta sentimientos de paz, porque ama.

Ascética Meditada, Cáp. 9, Autor: Salvador Canals

Antes de querer hacer santos a todos aquellos a quienes amamos es necesario que les hagamos felices y alegres, pues nada prepara mejor el alma para la gracia como la leticia y la alegría.
Tú sabes ya (...) que cuando tienes entre las manos los corazones de aquellos a quienes quieres hacer mejores, si los has sabido atraer con la mansedumbre de Cristo, has recorrido ya la mitad de tu camino apostólico. Cuando te quieren y tienen confianza en ti, cuando están contentos, el campo está dispuesto para la siembra. Pues sus corazones están abiertos como una tierra fértil, para recibir el blanco trigo de tu palabra de apóstol o de educador.
No perdamos nunca de vista que el Señor ha prometido su eficacia a los rostros amables, a los modales afables y cordiales, a la palabra clara y persuasiva que dirige y forma sin herir: beati mites quoniam ipsi possidebunt terram, bienaventurados los mansos, porque ellos poseerán la tierra. No debemos olvidar nunca que somos hombres que tratamos con otros hombres, aun cuando queramos hacer bien a las almas. No somos ángeles. Y, por tanto, nuestro aspecto, nuestra sonrisa, nuestros modales, son elementos que condicionan la eficacia de nuestro apostolado.

Decreto Apostolicam Actuositatem, Nº 6

A los laicos se les presentan innumerables ocasiones para el ejercicio del apostolado de la evangelización y de la santificación. El mismo testimonio de la vida cristiana y las obras buenas, realizadas con espíritu sobrenatural, tienen eficacia para atraer a los hombres hacia la fe y hacia Dios, pues dice el Señor: "Así ha de lucir vuestra luz ante los hombres, para que viendo vuestras buenas obras glorifiquen a vuestro Padre que está en los cielos" (Mt., 5,16).
Pero este apostolado no consiste sólo en el testimonio de la vida: el verdadero apóstol busca las ocasiones de anunciar a Cristo con la palabra, ya a los no creyentes para llevarlos a la fe; ya a los fieles para instruirlos, confirmarlos y estimularlos a una vida más fervorosa: "la caridad de Cristo nos urge" (2 Cor., 5,14), y en el corazón de todos deben resonar aquellas palabras del Apóstol: "¡Ay de mí si no evangelizare"! (1 Cor., 9,16).
Mas como en nuestros tiempos surgen nuevos problemas, y se multiplican los errores gravísimos que pretenden destruir desde sus cimientos todo el orden moral y la misma sociedad humana, este Sagrado Concilio exhorta cordialísimamente a los laicos, a cada uno según las dotes de su ingenio y según su saber, a que suplan diligentemente su cometido, conforme a la mente de la Iglesia, aclarando los principios cristianos, defendiéndolos y aplicándolos convenientemente a los problemas actuales.

11.8.07

Evangelio según San Mateo 17, 20

Les aseguro que si tuvieran fe del tamaño de un grano de mostaza, dirían a esta montaña: "Trasládate de aquí a allá", y la montaña se trasladaría; y nada sería imposible para ustedes.

5.8.07

Carta de San Pablo a los Colosenses 3,1-5

Hermanos: ya que habéis resucitado con Cristo, buscad los bienes de allá arriba, donde está Cristo a la derecha de Dios; aspirad a los bienes de arriba, no a los de la tierra.

27.7.07

Camino Nº 682, Autor: San Josemaría

De ordinario comes más de lo que necesitas. -Y esa hartura, que muchas veces te produce pesadez y molestia física, te inhabilita para saborear los bienes sobrenaturales y entorpece tu entendimiento.
¡Qué buena virtud, aun para la tierra, es la templanza!

21.7.07

Es Cristo que Pasa Nº 182, Autor: San Josemaría

 
Si dejamos que Cristo reine en nuestra alma, no nos convertiremos en dominadores, seremos servidores de todos los hombres. Servicio. ¡Cómo me gusta esta palabra! Servir a mi Rey y, por El, a todos los que han sido redimidos con su sangre. ¡Si los cristianos supiésemos servir! Vamos a confiar al Señor nuestra decisión de aprender a realizar esta tarea de servicio, porque sólo sirviendo podremos conocer y amar a Cristo, y darlo a conocer y lograr que otros más lo amen.¿Cómo lo mostraremos a las almas? Con el ejemplo: que seamos testimonio suyo, con nuestra voluntaria servidumbre a Jesucristo, en todas nuestras actividades, porque es el Señor de todas las realidades de nuestra vida, porque es la única y la última razón de nuestra existencia. Después, cuando hayamos prestado ese testimonio del ejemplo, seremos capaces de instruir con la palabra, con la doctrina. Así obró Cristo: coepit facere et docere , primero enseñó con obras, luego con su predicación divina.Servir a los demás, por Cristo, exige ser muy humanos. Si nuestra vida es deshumana, Dios no edificará nada en ella, porque ordinariamente no construye sobre el desorden, sobre el egoísmo, sobre la prepotencia. Hemos de disculpar a todos, hemos de perdonar a todos. No diremos que lo injusto es justo, que la ofensa a Dios no es ofensa a Dios, que lo malo es bueno. Pero, ante el mal, no contestaremos con otro mal, sino con la doctrina clara y con la acción buena: ahogando el mal en abundancia de bien . Así Cristo reinará en nuestra alma, y en las almas de los que nos rodean.Intentan algunos construir la paz en el mundo, sin poner amor de Dios en sus propios corazones, sin servir por amor de Dios a las criaturas. ¿Cómo será posible efectuar, de ese modo, una misión de paz? La paz de Cristo es la del reino de Cristo; y el reino de nuestro Señor ha de cimentarse en el deseo de santidad, en la disposición humilde para recibir la gracia, en una esforzada acción de justicia, en un divino derroche de amor.

20.7.07

Roma, Dulce Hogar, Prefacio, Autores: Scott y Kimberly Hahn

El difunto arzobispo Fulton Sheen escribió una vez: «Apenas habrá en Estados Unidos un centenar de personas que odien a la Iglesia católica; pero hay millones que odian lo que erróneamente suponen que es y dice la Iglesia católica.» Nosotros dos creímos en algún momento que estábamos en el primer grupo, sólo para descubrir que en realidad nos hallábamos en el segundo. Pero una vez que vimos la diferencia, y supimos dónde estábamos de verdad, se hizo evidente que no pertenecíamos a ninguno de los dos. Para entonces estábamos ya avanzados en el camino hacia nuestro hogar. Este libro describe ese camino. Es una narración de cómo descubrimos que la Iglesia católica es la familia de la alianza de Dios.
Queremos mostrar cómo el Espíritu Santo utilizó la Escritura para aclarar nuestras dudas e ideas erróneas. No pretendemos tratar de las ideas erróneas que otros pueden tener. Con la gracia de Dios, quizá algún día podamos escribir otro libro sobre eso.

15.7.07

Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 21, Autor: Francisco Fernández Carvajal

También encontraremos cada día a ese hombre al que han dejado medio muerto porque no le enseñaron las verdades más elementales de la fe, o se las han arrebatado mediante el mal ejemplo, o a través de los grandes medios modernos de comunicación al servicio del mal. No podemos olvidar en ningún momento que el bien supremo del hombre es la fe, que está por encima de todos los demás bienes materiales y humanos. Habrá ocasiones en que, antes de predicar la fe, haya que acercarse al herido que está al borde del camino, para curar sus heridas. Ciertamente. Pero sin excluir nunca de nuestra preocupación de cristianos la comunicación de la fe, la educación de la misma y la propagación del sentido cristiano de la vida (CARD. M. GONZALEZ MARTIN, Libres en la caridad, Balmes, Barcelona 1970, p. 58.-). Y procuraremos dar, junto a los bienes de la fe, todos los demás: los de la cultura, la educación, la formación del carácter, el sentido del trabajo, la honradez en las relaciones humanas, la moralidad en las costumbres, el anhelo de justicia social, expresiones vivas y concretas de una caridad rectamente entendida.

Un cristiano no puede desentenderse del bienestar humano y social de tanta gente necesitada, pero no podemos dejar en un segundo plano, nunca jamás, esa otra preocupación por iluminarlas conciencias en el orden de la fe y de la vida religiosa ( CARD. M. GONZALEZ MARTIN, Libres en la caridad, Balmes, Barcelona 1970, p. 58.- )

7.7.07

Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 9, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El vino nuevo de la gracia necesita unas disposiciones en el alma constantemente renovadas: empeño por comenzar una y otra vez en el camino de la santidad, que es señal de juventud interior, de esa juventud que tienen los santos, las personas enamoradas de Dios. Disponemos el alma para recibir el don divino de la gracia cuando correspondemos a las mociones e insinuaciones del Espíritu Santo, pues nos preparan para recibir otras nuevas y, si no hemos sido del todo fieles, cuando acudimos al Señor pidiéndole que sane nuestra alma. “Quita, Señor Jesús -le pedimos con San Ambrosio-, la podredumbre de mis pecados. Mientras me tienes atado con los lazos del amor, sana lo que está enfermo (...). Yo he encontrado un médico, que vive en el Cielo y derrama su medicina sobre la tierra. Sólo Él puede curar mis heridas, pues no tiene ninguna; sólo Él puede quitar al corazón su dolor, al alma su palidez, pues Él conoce los secretos más recónditos” .Sólo tu amor, Señor, puede preparar mi alma para recibir más amor.

30.6.07

Hablar con Dios, Tomo 6, Nº 58, Autor: Francisco Fernández Carvajal

Es difícil describir el proceso de cada persona que se convertía al Cristianismo en aquella Roma del siglo I, como lo sigue siendo ahora, pues cada conversión es siempre un milagro de la gracia y de la correspondencia personal. Influencia decisiva fue sin duda la ejemplaridad cristiana -el bonus odor Christi (Cor 2, 15)-, que se reflejaba en el modo de trabajar, en la alegría, en la caridad y en la comprensión con todos, en la austeridad de vida y en la simpatía humana... Son hombres y mujeres que, en medio de sus quehaceres diarios, tratan de vivir plenamente su fe. Abarcan todos los estratos de la sociedad: «joven era Daniel; José, esclavo; Aquila ejercía una profesión manual; la vendedora de púrpura estaba al frente de un taller; otro era guardián de una prisión; otro, centurión, como Cornelio; otro estaba enfermo, como Timoteo; otro era un esclavo fugitivo, como Onésimo; y, sin embargo, nada de eso fue obstáculo para ninguno de ellos, y todos brillaron por su virtud: hombres y mujeres, jóvenes y viejos, esclavos y libres, soldados y paisanos» (SAN JUAN CRISOSTOMO, Homilías sobre San Mateo, 43, 5).
De la caridad y de la hospitalidad de los cristianos romanos nos han dejado un precioso testimonio los Hechos de los Apóstoles, al relatar la acogida que hicieron a Pablo cuando éste llegó prisionero a Roma. Los hermanos - dice San Lucas-, al enterarse de nuestra llegada, vinieron desde allí a nuestro encuentro hasta el Foro Apio y Tres Tabernas. Al verlos, Pablo dio gracias a Dios y cobró ánimos (Hech 28, 15). Pablo se sintió confortado por estas muestras de caridad fraterna.
Los primeros cristianos no abandonaban sus quehaceres profesionales o sociales (esto lo harán algunos, por una llamada concreta de Dios, pasados algo más de dos siglos), y se consideraban parte constituyente de ese mundo, del que se sentían sal y luz, con sus vidas y con sus palabras: «lo que es el alma para el cuerpo, eso son los cristianos en el mundo» (Epístola a Diogneto, 6, 1), resumía un escritor de los primeros tiempos.
Nosotros podemos examinar hoy si, como aquellos primeros, somos también ejemplares, hasta tal punto que de hecho movamos a otros a acercarse más a Cristo: en la sobriedad, en los gastos, en la alegría, en el trabajo bien hecho, en el cumplimiento fiel de la palabra dada, en el modo de vivir la justicia con la empresa, con los subordinados y compañeros, en el ejercicio de las obras de misericordia, en que nunca hablamos mal de nadie...

29.6.07

Hablar con Dios, Tomo 3, Nº 104, Autor: Francisco Fernández Carvajal

La nuestra no es una época que se caracterice por el florecimiento de esta virtud de la fidelidad. Quizá por eso el Señor nos pide que sepamos apreciarla más, tanto en nuestros compromisos de entrega libremente adquiridos con Él como en la vida humana, en las relaciones con otros. Muchos se preguntan: ¿cómo puede el hombre, que es mudable, débil y cambiante, comprometerse para toda la vida? Puede, porque su fidelidad está sostenida por quien no es mudable, ni débil, ni cambiante, por Dios.

27.6.07

Evangelio según San Lucas 24, 28-32

Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". Él entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".

25.6.07

La Puerta Angosta, Cáp. "Con toda tu mente", Autor: Federico Suarez

A medida que la inteligencia se va desarrollando crece la ciencia acerca del mundo y de la vida. Un adecuado programa de estudios va ampliando progresivamente el horizonte intelectual, mientras el normal crecimiento biológico y psíquico, la vida de relación y los acontecimientos de cualquier especie que llegan a él, van modelando su mente con las ideas que en los libros, el cine y la televisión, las lecturas, las conversaciones y la experiencia, adquiere.
Normalmente, y por lo que respecta a los estudios, es decir, al procedimiento más usual y eficaz de adquirir conocimientos, se sigue un plan en el que se tiene en cuenta el desarrollo mental, la base adquirida y la importancia de las materias: todo lo contrario de la anarquía. Crece la inteligencia, crece la experiencia, crecen los conocimientos del mundo y de las cosas. ¿Crece, también, a compás con el desarrollo de la mente, el conocimiento de Dios y del mundo sobrenatural?
ver artículo completo en www.todatumente.blogspot.com

24.6.07

¿Por qué ir a Misa el domingo?, Autor: Eduardo Volpacchio

Un problema serio de dejar de ir a Misa, es que significa el comienzo de una religiosidad centrada en uno mismo, en la que lo que Dios manda deja de ser la regla, para ser reemplazado por lo que yo siento, pienso, me cae bien, etc. Una religiosidad frente al espejo. Uno ha dejado de ponerse frente a Dios para ponerse frente a sí mismo.
Como consecuencia de abandonar esta cita semanal con lo sagrado, comienza un proceso de insensibilización espiritual: la espiritualidad se va secando, el terreno del alma se va volviendo cada vez más árido para las cosas que Dios, que cada día mueven menos, aburren más, etc. Pecados que antes preocupaban… dejan de preocupar, cada vez son más los días que no reza nada… El alma se va volviendo indiferente, pierde sensibilidad espiritual. Y esto sucede poco a poco.
Quien deja de ir a Misa, al principio puede tener la impresión de que no ha pasado nada, de que todo sigue igual… pero no es así. Ha dejado de ser teocéntrico, de vivir centrado en la Eucaristía semanal. Ha desplazado a Dios del centro y esto se paga… Es como el pecador a quien puede parecer que su pecado no tiene consecuencias… pero tarde o temprano descubre que de Dios nadie se burla. Qué sí tiene serias consecuencias dejar a Dios.

leer artículo completo en www.iramisa.blogspot.com

15.6.07

Evangelio según San Lucas 22, 25-27

Jesús les dijo: "Los reyes de las naciones dominan sobre ellas, y los que ejercen el poder sobre el pueblo se hacen llamar bienhechores. Pero entre ustedes no debe ser así. Al contrario, el que es más grande, que se comporte como el menor, y el que gobierna, como un servidor. Porque, ¿quién es más grande, el que está a la mesa o el que sirve? ¿No es acaso el que está a la mesa? Y sin embargo, yo estoy entre ustedes como el que sirve.

10.6.07

Segunda Carta de San Pablo a los Corintios 3, 16-18

Pero al que se convierte al Señor, se le cae el velo. Porque el Señor es el Espíritu, y donde está el Espíritu del Señor, allí está la libertad. Nosotros, en cambio, con el rostro descubierto, reflejamos, como en un espejo, la gloria del Señor, y somos transfigurados a su propia imagen con un esplendor cada vez más glorioso, por la acción del Señor, que es Espíritu.

26.5.07

Segunda Carta de San Pablo a los Corintios 4,16

Por eso no desfallecemos. Aún cuando nuestro hombre exterior se va desmoronando, el hombre interior se va renovando de día en día.

25.5.07

Misterio de María, Introducción, Autor: Marie-Dominique Philippe

Desde el punto de vista inmediatamente práctico, que es de la teología mística, no basta con considerar la naturaleza de la caridad, advertir sus propiedades, ni siquieraa considerar su plenitud maravillosa en el corazón de Jesús crucificado y glorificado. No basta con ver cómo esa amistad divina une el corazón de Jesús a su Padre y a sus miembros en el Espíritu Santo y cómo se adueña de todas las fuerzas, cualidades y virtudes de Jesús para hacerle vivir plenamente las bienaventuranzas evangélicas. Necesitamos comprender aún cómo este misterio del amor comunicado a nuestras almas debe crecer rápidamente, apoderándose progresivamente de todas nuestras fuerzas, de nuestras cualidades, de nuestras virtudes humanas.

11.5.07

Evangelio según San Juan 15,12-17

Este es mi mandamiento: Amense los unos a los otros, como yo los he amado. No hay amor más grande que dar la vida por los amigos. Ustedes son mis amigos si hacen lo que yo les mando. Ya no los llamo servidores, porque el servidor ignora lo que hace su señor; yo los llamo amigos, porque les he dado a conocer todo lo que oí de mi Padre. No son ustedes los que me eligieron a mí, sino yo el que los elegí a ustedes, y los destiné para que vayan y den fruto, y ese fruto sea duradero. Así todo lo que pidan al Padre en mi Nombre, él se lo concederá. Lo que yo les mando es que se amen los unos a los otros.

29.4.07

Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 26

Es, pues, necesario que se facilite al hombre todo lo que éste necesita para vivir una vida verdaderamente humana, como son el alimento, el vestido, la vivienda, el derecho a la libre elección de estado y a fundar una familia, a la educación, al trabajo, a la buena fama, al respeto, a una adecuada información, a obrar de acuerdo con la norma recta de su conciencia, a la protección de la vida privada y a la justa libertad también en materia religiosa.

23.4.07

El Fundador del Opus Dei, Autor: Andrés Vázquez de Prada, Tomo III, pg. 666

Si estáis aquí, es porque sois unos rebeldes encantadores. Por desgracia, en el mundo, ahora sólo hay ímpetus de porquería. Se habla a toda hora de cosas sexuales, de violencia, de enriquecerse de cualquier manera, de no preocuparse de los demás. Y no se habla de Dios.
Pero vosotros, que os habéis dado cuenta de que ese mundo trata de llevaros a vivir vida animal, habéis respondido: ¡no!, no quiero ser una bestia.

2.4.07

Evangelio según San Mateo, 13,30

Dejad que ambas crezcan juntas hasta la siega; al tiempo de la siega diré a los segadores: Recoged primero la cizaña y atadla en haces para quemarla, pero el trigo almacenadlo en mi granero.

31.3.07

Evangelio según San Mateo, 13,17

Pues, en verdad, os digo: muchos profetas y justos desearon ver lo que estáis viendo y no lo vieron, y oir lo que estáis oyendo, y no lo oyeron.

26.3.07

Carta Apostólica "Octogesima Adveniens", Nº 26, Autor: Pablo VI

El hombre o la mujer cristiana que quieren vivir su fe en una acción política concebida como servicio, no pueden adherirse, sin contradecirse a sí mismos, a sistemas ideológicos que se oponen, radicalmente o en puntos sustanciales, a su fe y a su concepción de la persona humana. No es lícito, por tanto, favorecer a la ideología marxista, a su materialismo ateo, a su dialéctica de violencia y a la manera como ella entiende la libertad individual dentro de la colectividad, negando al mismo tiempo toda trascendencia al ser humano y a su historia personal y colectiva. Tampoco apoya la comunidad cristiana la ideología liberal, que cree exaltar la libertad individual sustrayéndola a toda limitación, estimulándola con la búsqueda exclusiva del interés y del poder, y considerando las solidaridades sociales como consecuencias más o menos automáticas de iniciativas individuales y no ya como fin y motivo primario del valor de la organización social.

25.2.07

Evangelio según San Lucas 4, 5-7

Después, llevándole a lo alto, el diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo y le dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mí me lo han dado, y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante de mí , todo será tuyo".

24.2.07

Hablar con Dios, Tomo 2, Nº 4, Autor: Francisco Fernández Carvajal

Si alguna vez nos sintiéramos especialmente desanimados por alguna enfermedad espiritual que nos pareciera incurable, no olvidemos estas consoladoras palabras de Jesús: Los sanos no necesitan médico, sino los enfermos. Todo tiene remedio. Él está siempre muy cerca de nosotros, pero especialmente en esos momentos, por muy grande que haya sido la falta, aunque sean muchas las miserias. Basta ser sincero de verdad.
No lo olvidemos tampoco si alguna vez en nuestro apostolado personal nos pareciera que alguien tiene una enfermedad del alma sin aparente solución. Sí la hay; siempre. Quizá el Señor espera de nosotros más oración y mortificación, más comprensión y cariño.

23.2.07

Sermones Pastorales, pg.79, Autor: Ronald Knox

Las tentaciones de Nuestro Señor son también las tentaciones de sus servidores de un modo individual. Pero su escala, naturalmente, es diferente: el demonio no va a ofreceros a vosotros ni a mi todos los reinos del mundo. Conoce el mercado y, como buen vendedor, ofrece exactamente lo que calcula que el comprador tomará. Supongo que pensará, con bastante razón, que la mayor parte de nosotros podemos ser comprados por cinco mil libras al año, y una gran parte de nosotros por mucho menos. Tampoco nos ofrece sus condiciones de modo tan abierto, sino que sus ofertas vienen envueltas en toda especie de formas plausibles. Pero si ve la oportunidad, no tarda mucho en señalarnos a vosotros y a mi como podemos conseguir aquello que queremos si aceptamos ser infieles a nosotros mismos y, en muchas ocasiones, si aceptamos ser infieles a nuestra lealtad católica.

6.2.07

Ilustrísimos Señores; Capítulo: ¿Un "Déspota" Él También?, Autor: Albino Luciani

de la Carta de Albino Luciani a San Buenaventura:

Dios ‑que debería invadir nuestra vida‑ se ha convertido, en cambio, en una estrella lejanísima, a la que sólo se mira en determinados momentos. Creemos ser religiosos porque vamos a la iglesia, tratando después de llevar fuera de la iglesia una vida semejante a la de tantos otros, entretejida de pequeñas o grandes trampas, de injusticias, de ataques a la caridad, con una falta absoluta de coherencia.
En cambio, los jóvenes que buscan la coherencia no perseveran. Hallan enseguida incoherencia, verdaderas o aparentes, en la propia Iglesia y se apartan también de ella. Y como de algo hay que hacerse, se adhieren a pésimas ideologías de moda y al culto espasmódico del sexo, que es el reverso de una religión, bajo el nombre de "liberación sexual o erótica".
Pero hay más todavía. Existe el culto a la libertad. Pero no a la libertad clásica de poder hacer lo que se debe hacer sin ser molestados o de poder elegir entre una cosa u otra. No, se trata de la independencia absoluta. "Yo soy el único que decide lo que está bien y lo que está mal. Quiero realizarme a mí mismo sin depender de ley alguna que venga de fuera. Quien se opone a mis deseos, atenta contra mi personalidad. Toda autoridad es represión. toda estructura es prisión. Todo superior es un policía".

4.2.07

Amigos de Dios Nº 272 -273, Autor: San Josemaría

Si admitieras la tentación de preguntarte, ¿quién me manda a mí meterme en esto?, Habría de contestarte: te lo manda -te lo pide- el mismo Cristo. La mies es mucha, y los obreros son pocos; rogad, pues, al dueño de la mies que envíe operarios a su mies . No concluyas cómodamente: yo para esto no sirvo, para esto ya hay otros; esas tareas me resultan extrañas. No, para esto, no hay otros; si tú pudieras decir eso, todos podrían decir lo mismo. El ruego de Cristo se dirige a todos y a cada uno de los cristianos. Nadie está dispensado: ni por razones de edad, ni de salud, ni de ocupación. No existen excusas de ningún género. O producimos frutos de apostolado, o nuestra fe será estéril.
Además: ¿quién ha dispuesto que para hablar de Cristo, para difundir su doctrina, sea preciso hacer cosas raras, extrañas? Vive tu vida ordinaria; trabaja donde estás, procurando cumplir los deberes de tu estado, acabar bien la labor de tu profesión o de tu oficio, creciéndote, mejorando cada jornada. Sé leal, comprensivo con los demás y exigente contigo mismo. Sé mortificado y alegre. Ese será tu apostolado. Y, sin que tú encuentres motivos, por tu pobre miseria, los que te rodean vendrán a ti, y con una conversación natural, sencilla -a la salida del trabajo, en una reunión de familia, en el autobús, en un paseo, en cualquier parte- charlaréis de inquietudes que están en el alma de todos, aunque a veces algunos no quieran darse cuenta: las irán entendiendo más, cuando comiencen a buscar de verdad a Dios.
Pídele a María, Regina apostolorum, que te decidas a ser partícipe de esos deseos de siembra y de pesca, que laten en el Corazón de su Hijo. Te aseguro que, si empiezas, verás, como los pescadores de Galilea, repleta la barca. Y a Cristo en la orilla, que te espera. Porque la pesca es suya.

30.1.07

Segunda carta de San Pedro 2,19

Les prometen libertad, ellos que son esclavos de la corrupción; pues, en efecto, uno es esclavo de lo que lo domina.

24.1.07

Constitución Dogmática Lumen Gentium, Nº 34

Cristo Jesús, Supremo y eterno sacerdote porque desea continuar su testimonio y su servicio por medio de los laicos, vivifica a éstos con su Espíritu e ininterrumpidamente los impulsa a toda obra buena y perfecta.
Pero aquellos a quienes asocia íntimamente a su vida y misión también les hace partícipes de su oficio sacerdotal, en orden al ejercicio del culto espiritual, para gloria de Dios y salvación de los hombres. Por lo que los laicos, en cuanto consagrados a Cristo y ungidos por el Espíritu Santo, tienen una vocación admirable y son instruidos para que en ellos se produzcan siempre los más abundantes frutos del Espíritu. Pues todas sus obras, preces y proyectos apostólicos, la vida conyugal y familiar, el trabajo cotidiano, el descanso del alma y de cuerpo, si se realizan en el Espíritu, incluso las molestias de la vida si se sufren pacientemente, se convierten en "hostias espirituales, aceptables a Dios por Jesucristo" (1 Pe 2,5), que en la celebración de la Eucaristía, con la oblación del cuerpo del Señor, ofrecen piadosísimamente al Padre. Así también los laicos, como adoradores en todo lugar y obrando santamente, consagran a Dios el mundo mismo.

22.1.07

Hablar con Dios, Tomo 3, Nº 19, Autor: Francisco Fernández Carvajal

Con frecuencia, los hechos objetivos vienen envueltos en opiniones personales; y cuando se trata de noticias sobre la Fe, la Iglesia, el Papa, los Obispos, etc., estas noticias, si están dadas por personas sin fe o sectarias, con gran facilidad llegan deformadas en su más íntima realidad.

1.1.07

Amigos de Dios Nº 47, Autor: San Josemaría

Dios nos concede quizá un año más para servirle. No pienses en cinco, ni en dos. Fíjate sólo en éste: en uno, en el que hemos comenzado: ¡a entregarlo, a no enterrarlo! Esta ha de ser nuestra determinación.