22.2.06

Las Bienaventuranzas, Cáp. 29, Autor: Georges Chevrot

El único hombre digno de este título no es ese burlón que se ríe de las cosas santas, ese pedante de reunión pública que otorga diez minutos a Dios para probar su existencia, sino aquel otro que tiene la fortaleza de guardar silencio ante la estupidez.