30.1.06

Isaías 58, 6-9

¿Sabéis qué ayuno quiero yo? dice el Señor Yavé: Romper las ataduras de iniquidad, deshacer los haces opresores, dejar libres a los oprimidos y quebrantar todo yugo, partir tu pan con el hambriento, albergar al pobre sin abrigo, vestir al desnudo y no volver tu rostro ante el hermano. Entonces brotará tu luz como la aurora y pronto germinará tu curación e irá delante de ti tu justicia, y detrás la gloria de Yavé. Entonces llamarás y Yavé te oirá: le invocarás, y Él dirá: Heme aquí.
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29.1.06

Ascética Meditada, Cáp. 23, Autor: Salvador Canals

Pero todavía es más elevado el número de los que ven a sus amigos en el error o en el pecado, o a punto de caer en uno o en otro, y permanecen mudos, y no mueven un dedo para evitarles estos males. ¿Concederíamos a quienes de tal modo se portasen con nosotros el título de amigos? Ciertamente, no. Y, sin embargo, suelen hacerlo para no desagradarnos.

27.1.06

Las Bienaventuranzas, Cáp. 18, Autor: Georges Chevrot

pero no olvidéis que, con excepción de la Santísima Virgen María, el cielo está enteramente lleno de pecadores, santificados por Jesucristo.
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26.1.06

Las Bienaventuranzas, Cáp. 18, Autor: Georges Chevrot

Por más que haga un cristiano, tiene siempre la sensación de no ser lo que debe ser, lo que quiere ser; jamás llega al término de sus esfuerzos y de sus deseos, está siempre en camino de "llegar a ser" cristiano.

25.1.06

Las Bienaventuranzas, Cáp. 13, Autor: Georges Chevrot

San Mateo la enuncia así: Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. San Lucas, según su costumbre, emplea una fórmula más absoluta: Bienaventurados los que ahora lloráis, porque reiréis, y la hace seguir de esta imprecación simétrica: ¡Ay de vosotros los que ahora réis, porque gemiréis y lloraréis!
Comentaremos primero este último texto, pues así seguiremos con mayor claridad el desarrollo del pensamiento del Salvador.
¡Ay de vosotros los que ahora reís! ¿Quienes son esos reidores que caen bajo el anatema del Maestro? No es imposible que sus oyentes atendieran sobre todo al adverbio ahora. Desde hace dos siglos, Palestina había conocido varias invasiones enemigas y había pasado sucesivamente, bajo el yugo de diferentes dueños extranjeros. Su población, cada vez más diezmada y expoliada, padecía por entonces la ley de Roma: estaba agobiada de impuestos y era celosamente vigilada por el ocupante. Ahora bien, mientras que la nación estaba de luto y la mayoría de sus hijos gemía en la desolación, algunos hombres habían logrado forjarse una existencia confortable: su lujo y sus fiestas formaban así un escandaloso contraste con las desdichas comunes. En tal coyuntura, la vengadora frase les alcanzaba en lo vivo: "¡Ay de vosotros los que ahora reís!"

23.1.06

Hablar con Dios, Tomo 3, Nº 19, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El amor a la verdad debe defendernos de un cómodo conformismo, y nos llevará a discernir, a huir de las simplificaciones parciales, a dejar a un lado los canales informativos sectarios, a desechar el “se dice”, a buscar siempre la verdad y a contribuir positivamente a la buena información de los demás: enviando cartas aclaratorias a la prensa, aprovechando una información parcial o sectaria para hablar con veracidad y sentido positivo de ese tema dentro del círculo de personas en el que se desenvuelve nuestro vivir diario..., y, por supuesto, no colaborando -ni con una sola moneda- al sostenimiento de ese periódico, de esa revista, de ese boletín. Si todos los cristianos actuásemos así, cambiaríamos muy pronto la confusa situación de atropello a la dignidad de las personas que se produce en muchos países.