26.12.12

Homilía de S. S. Benedicto XVI en la Misa de Nochebuena

Una vez más, como siempre, la belleza de este Evangelio nos llega al corazón: una belleza que es esplendor de la verdad. Nuevamente nos conmueve que Dios se haya hecho niño, para que podamos amarlo, para que nos atrevamos a amarlo, y, como niño, se pone confiadamente en nuestras manos. Dice algo así: Sé que mi esplendor te asusta, que ante mi grandeza tratas de afianzarte tú mismo. Pues bien, vengo por tanto a ti como niño, para que puedas acogerme y amarme.

25.12.12

Libro de la Vida 4,7, Autora: Santa Teresa de Ávila

Si no era acabando de comulgar, jamás osaba comenzar a tener oración sin libro; que tanto temía mi alma estar sin él en oración, como si con mucha gente fuera a pelear. Con este remedio, que era como una compañía o escudo en que había de recibir los golpes de los muchos pensamientos, andaba consolada.

24.12.12

Vayamos cristianos llenos de alegría vayamos vayamos con fé a Belén.


Vayamos cristianos
llenos de alegría

vayamos vayamos con fé a Belén.



Hoy ha nacido

Cristo nuestro hermano.



Que nuestra fé te adore

que nuestro amor te cante

que nuestro ser te aclame

oh hijo de Dios.



Humildes pastores

dejan sus rebaños

y llevan sus dones al niño Jesús.



Nuestras ofrendas

con amor llevamos.



Que nuestra fé te adore

que nuestro amor te cante

que nuestro ser te aclame

oh hijo de Dios.



Desde un pesebre

el Señor nos llama.



Que nuestra fé te adore...........

que nuestro amor te cante

que nuestro ser te aclame...........

13.12.12

Apostolicam Actuositatem Nº 3


El apostolado se ejerce en la fe, en la esperanza y en la caridad, que derrama el Espíritu Santo en los corazones de todos los miembros de la Iglesia. Más aún, el precepto de la caridad, que es el máximo mandamiento del Señor, urge a todos los cristianos a procurar la gloria de Dios por el advenimiento de su reino, y la vida eterna para todos los hombres: que conozcan al único Dios verdadero y a su enviado Jesucristo (Cf. Jn., 17,3).
Por consiguiente, se impone a todos los fieles cristianos la noble obligación de trabajar para que el mensaje divino de la salvación sea conocido y aceptado por todos los hombres de cualquier lugar de la tierra.
Para ejercer este apostolado, el Espíritu Santo, que produce la santificación del pueblo de Dios por el ministerio y por los Sacramentos, concede también dones peculiares a los fieles (Cf. 1 Cor., 12,7) "distribuyéndolos a cada uno según quiere" (1 Cor., 12,11), para que "cada uno, según la gracia recibida, poniéndola al servicio de los otros", sean también ellos "administradores de la multiforme gracia de Dios" (1 Pe., 4,10), para edificación de todo el cuerpo en la caridad (Cf. Ef., 4,16).

12.12.12

María se puso en camino, Autora: Beata Teresa de Calcuta


Después que María fue visitada por el ángel, se puso rápidamente en camino a casa de su prima Isabel, la cual también esperaba un hijo. Y el niño que había de nacer, Juan Bautista, saltó de gozo en el vientre de Isabel. ¡Qué maravilla! ¡El Dios todopoderoso, para anunciar la venida de su Hijo, escogió a un niño que había de nacer!

     
María, a través del misterio de la Anunciación y de la Visitación, representa el modelo de vida que nosotras deberíamos llevar. Primero acogió a Jesús en su existencia; seguidamente, compartió lo que había recibido. Cada vez que recibimos la Santa Comunión, Jesús, el Verbo, se hace carne en nuestra vida –don de Dios, al mismo tiempo bello, gracioso, singular. Esta fue la primera Eucaristía: María ofrece a su Hijo en ella, en quien él había puesto el primer altar. María, la única que podía afirmar con una confianza absoluta: «Esto es mi cuerpo», a partir de ese primer momento ofreció su propio cuerpo, su fuerza, todo su ser, para la formación del Cuerpo de Cristo.

     
Nuestra Madre la Iglesia ha elevado, delante del rostro de Dios, a un gran honor a las mujeres proclamando a María Madre de la Iglesia.

11.12.12

Libro de Isaias 40, 1-4


¡Consuelen, consuelen a mi pueblo, dice su Dios! Hablen al corazón de Jerusalén y anúncienle que su tiempo de servicio se ha cumplido, que su culpa está pagada, que ha recibido de la mano del Señor doble castigo por todos sus pecados. Una voz proclama: ¡Preparen en el desierto el camino del Señor, tracen en la estepa un sendero para nuestro Dios! ¡Que se rellenen todos los valles y se aplanen todas las montañas y colinas; que las quebradas se conviertan en llanuras y los terrenos escarpados, en planicies!
1. Comfort ye, comfort ye my people, saith your God. 2. Speak ye comfortably to Jerusalem, and cry unto her, that her warfare is accomplished, that her iniquity is pardoned. . . .
3. The voice of him that crieth in the wilderness, Prepare ye the way of the Lord, make straight in the desert a highway for our God. 
4.Every valley shall be exalted, and every mountain and hill made low, the crooked straight, and the rough places plain.

                                                                    

6.12.12

Carta de San Pablo a los Romanos 10,9-10

Porque si confiesas con tu boca que Jesús es el Señor y crees en tu corazón que Dios lo resucitó de entre los muertos, serás salvado. Con el corazón se cree para alcanzar la justicia, y con la boca se confiesa para obtener la salvación.

5.12.12

Discurso de Juan Pablo II en el Encuentro con los Jóvenes de la UNIV en 1986, N° 3

«Cuando el hombre olvida su destino eterno y el horizonte de su vida se limita a la existencia terrena, se contenta con una paz ficticia, con una tranquilidad solo exterior a la que pide la salvaguardia del máximo bienestar material que puede alcanzarse con el mínimo esfuerzo. De este modo construye una paz imperfecta e inestable, pues no está radicada en la dignidad de la persona humana, hecha a imagen y semejanza de Dios y llamada a la filiación divina. Vosotros jamás tenéis que contentaros con estos sucedáneos de paz; sería un grave error, cuyo fruto produciría la más amarga de las desilusiones. Ya lo anunció Jesucristo poco antes de la Ascensión al cielo cuando dijo a sus discípulos: La paz os dejo, mi paz os doy; no como el mundo la da os la doy yo» (Jn 14, 27).
«Existen, por tanto, dos tipos de paz: la que los hombres son capaces de construir por sí solos, y la que es don de Dios; (...) la que viene impuesta por el poder de las armas y la que nace del corazón. La primera es frágil e insegura, podría llamarse una mera apariencia de paz porque se funda en el miedo y en la desconfianza. La segunda, por el contrario, es una paz fuerte y duradera porque, al fundarse en la justicia y en el amor, penetra en el corazón; es un don que Dios concede a quienes aman su ley (Cfr. Sal 119, 165)».

4.12.12

Primera Carta a los Tesalonicenses 5, 4-11, Autor: San Pablo


Pero ustedes, hermanos, no viven en las tinieblas para que ese Día los sorprenda como un ladrón:  todos ustedes son hijos de la luz, hijos del día. Nosotros no pertenecemos a la noche ni a las tinieblas. No nos durmamos, entonces, como hacen los otros: permanezcamos despiertos y seamos sobrios. Los que duermen lo hacen de noche, y también los que se emborrachan. Nosotros, por el contrario, seamos sobrios, ya que pertenecemos al día: revistámonos con la coraza de la fe y del amor, y cubrámonos con el caso de la esperanza de la salvación. Porque Dios no nos destinó para la ira, sino para adquirir la salvación por nuestro Señor Jesucristo,  que murió por nosotros, a fin de que, velando o durmiendo, vivamos unidos a él.  Anímense, entonces, y estimúlense mutuamente, como ya lo están haciendo.