31.8.06

Ilustrísimos Señores, Capítulo "El Tiempo de los Impostores", Autor: Albino Luciani


de la Carta de Albino Luciani a Pavel Ivanovic Cicikov, grotesco personaje de ¨Las Almas Muertas" de Gogol, que hace grandes negocios gracias a una mayúscula mentira:

Impostores serían -según Cesbron- los hombres de la gran prensa, que, divulgando indiscreciones sensacionalistas e insinuaciones calumniosas, se aprovechan de los más bajos instintos de la gente y van destruyendo poco a poco el sentido moral.
A la “gran prensa” Cesbron podría añadir el cine, la radio, la televisión. Estos nuevos instrumentos, en sí mismos muy útiles, si los manipula gente astuta, a fuerza de bombardear a los receptores con colores sonorizados y de una persuasión tanto más eficaz cuanto más oculta, son capaces de hacer que los hijos acaben odiando al mejor de los padres y la gente vea blanco lo que es negro.

30.8.06

Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 83, Autor: Francisco Fernández Carvajal

La lealtad a nuestros compromisos de hombres y mujeres que siguen a Cristo, la fortaleza y el indispensable sentido común han de llevarnos a actuar con sensatez, a evitar las ocasiones de peligro para la salud del alma y para la integridad de la vida espiritual: a dejar de oír o ver determinados programas de radio o televisión, cuando sea necesario; a guardar los sentidos; a no participar en una conversación que rebaja la dignidad de los presentes y, en muchos casos, a cambiar su curso; a no descuidar los detalles de pudor y de modestia en el vestir, en el aseo personal, en el deporte; a no asistir a lugares que desdicen de un buen cristiano, aunque estén de moda o asista la mayor parte de nuestros compañeros; a manifestar, sin complejos, la repulsa ante espectáculos obscenos... Conviene recordar que la palabra obsceno procede del antiguo teatro griego y romano, y significaba aquello que, por respeto a los espectadores, no debía representarse en la escena, por pertenecer a la intimidad personal: incluso esa civilización pagana -que tenía normas morales tan relajadas- entendía que hay cosas que no son para hacer delante de otras personas.

29.8.06

Hechos de los Apostoles, 17,21

Pues los atenienses y todos los extranjeros que vivían con ellos no se entretenían sino en decir o en oír la última novedad.

28.8.06

Hechos de los Apostoles, 16,19

Al ver sus amos que desaparecía la esperanza de sus beneficios, prendieron a Pablo y Silas y los llevaron a la plaza, ante las autoridades.

27.8.06

Josué 24, 15

Si no os parece bien servir al Señor, escoged a quien queréis servir: a los dioses que sirvieron vuestros antepasados al este del Eufrates o a los dioses de los amorreos en cuyo país habitáis; yo y mi casa serviremos al Señor.

26.8.06

Evangelio según San Juan 6, 67-69

Por eso preguntó Jesús a los Doce: “También vosotros os queréis marchar?” Simón Pedro le respondió: “Señor, ¿a quién iremos? Tú tienes palabras de vida eterna; y nosotros hemos creído y sabemos que Tú eres el Santo de Dios”

25.8.06

Amigos de Dios Nº 38, Autor: San Josemaría

Esclavitud o filiación divina: he aquí el dilema de nuestra vida. O hijos de Dios o esclavos de la soberbia, de la sensualidad, de ese egoísmo angustioso en el que tantas almas parecen debatirse. El Amor de Dios marca el camino de la verdad, de la justicia, del bien. Cuando nos decidimos a contestar al Señor: mi libertad para ti, nos encontramos liberados de todas las cadenas que nos habían atado a cosas sin importancia, a preocupaciones ridículas, a ambiciones mezquinas. Y la libertad -tesoro incalculable, perla maravillosa que sería triste arrojar a las bestias - se emplea entera en aprender a hacer el bien . Esta es la libertad gloriosa de los hijos de Dios. Los cristianos amilanados -cohibidos o envidiosos- en su conducta, ante el libertinaje de los que no han acogido la Palabra de Dios, demostrarían tener un concepto miserable de nuestra fe. Si cumplimos de verdad la Ley de Cristo -si nos esforzamos por cumplirla, porque no siempre lo conseguiremos-, nos descubriremos dotados de esa maravillosa gallardía de espíritu, que no necesita ir a buscar en otro sitio el sentido de la más plena dignidad humana.

24.8.06

Hablar con Dios, Tomo 4, Nº 74, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El viajero que se dirige a una región desconocida consulta un mapa, pregunta a quien conoce el camino y sigue las señales de la carretera, y lo hace con interés, pues desea llegar a su destino. De ninguna manera se siente coartado en su libertad, ni considera una humillación depender de mapas, señales y guías para llegar a donde se ha propuesto. Si estaba inseguro o comenzaba a sentirse algo perdido, las señales que encuentra son para él motivo de alivio y de agradecimiento.
De hecho, con frecuencia nos fiamos más de los mapas o de las señales de carretera que de nuestro propio sentido de orientación, de cuya poca fiabilidad tenemos sobrada experiencia. Cuando aceptamos esas señales no experimentamos ninguna sensación de imposición; más bien las recibimos como una gran ayuda, un nuevo conocimiento, que pronto convertimos en algo propio. Esto ocurre con los Mandamientos de Dios, con las leyes y enseñanzas de la Iglesia, con el consejo que recibimos en la dirección espiritual o el que pedimos ante una situación comprometida... Son señales que, de modo diverso, garantizan nuestra libertad, la elección libre que hicimos de seguir a Cristo, dejando a un lado otros caminos que no llevan a donde queremos ir…
No nos debe sorprender si alguna vez esas señales indicadoras de las que Dios se sirve nos conducen a dejar senderos o avenidas que parecen más gratos, para escoger otros más empinados y duros. Aunque esa elección sufra las protestas de nuestra comodidad, siempre tendremos la alegría, también cuando sintamos las asperezas del terreno, de que nuestra vida tiene un formidable objetivo, que escogimos quizá hace ya un buen número de años o, por el contrario, hace apenas unos días. Vamos a la cumbre, y allí nos espera Cristo.

23.8.06

La Libertad Interior, Cáp. 1, Autor: Jacques Philippe

El rencor perjudica las fuerzas de aquel de quien se adueña y causa en él mucho daño. Cuando alguien nos ha hecho sufrir, nuestra tendencia espontánea es a guardar cuidadosamente el recuerdo del daño padecido, como una “factura” que esgrimir en el momento oportuno para exigir cuentas y hacer pagar al otro lo que nos debe. De lo que no somos conscientes es de que esas facturas acumuladas terminan por envenenar nuestra vida. Es mucho más inteligente perdonar toda deuda, tal y como invita el Evangelio; a su vez, se nos perdonará todo a nosotros y nuestro corazón quedará libre.
Todos hemos experimentado cómo el resentimiento guardado a otra persona nos lleva a perder la objetividad respecto a ella. Entonces todo lo vemos negro y nos cerramos a cuanto -a pesar de que nos haya hecho sufrir- podría aportarnos de positivo

21.8.06

Evangelio según San Juan 6, 53-58

"Les aseguro que si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tendrán Vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre tiene Vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día. Porque mi carne es la verdadera comida y mi sangre, la verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Así como yo, que he sido enviado por el Padre que tiene Vida, vivo por el Padre, de la misma manera, el que me come vivirá por mí. Este es el pan bajado del cielo; no como el que comieron sus padres y murieron. El que coma de este pan vivirá eternamente".

20.8.06

Carta de San Pablo a los Efesios 5, 15-17

Mirad, pues, con cuidado cómo andáis; no como necios, sino como sabios, aprovechando el tiempo, porque los días son malos. Por esto, no séais insensatos, sino entended cuál es la voluntad del Señor.

19.8.06

Libro de los Proverbios 9,1-6.

La Sabiduría edificó su casa, talló sus siete columnas, inmoló sus víctimas, mezcló su vino, y también preparó su mesa. Ella envió a sus servidoras a proclamar sobre los sitios más altos de la ciudad: "El que sea incauto, que venga aquí". Y al falto de entendimiento, le dice: "Vengan, coman de mi pan, y beban del vino que yo mezclé. Abandonen la ingenuidad, y vivirán, y sigan derecho por el camino de la inteligencia".