19.8.21

del Discurso del Arzobispo Charles Chaput en la Conferencia del Instituto Napa, 27 de julio de 2017

Cuando los jóvenes me preguntan cómo cambiar el mundo, les digo que se amen, se casen, se mantengan fieles, tengan muchos hijos y críen a esos hijos para que sean hombres y mujeres de carácter cristiano. La fe es una semilla. No florece de la noche a la mañana. Se necesita tiempo, amor y esfuerzo. El futuro pertenece a las personas con niños, no con cosas. Las cosas se oxidan y se rompen. Pero cada niño es un universo de posibilidades que alcanza en la eternidad, conectando nuestros recuerdos y nuestras esperanzas en un signo del amor de Dios a través de las generaciones. Eso es lo que importa. El alma de un niño es para siempre.