29.3.08

Adecuarse a los Tiempos, Autor: Juan Manuel de Prada

El relativismo en que plácidamente nos hemos instalado propicia la confusión entre convicciones y meros usos sociales; así, se considera igualmente carca a quien se resiste a abdicar de prejuicios anacrónicos y a quien defiende valerosamente sus ideas. Este relativismo comodón se ha extendido a todos los ámbitos de la vida, aun a los más sagrados; lo que antes eran consideradas componendas innobles o veleidades de tontaina hoy se reputan como síntomas de «tolerancia», de «amplitud de miras», de «inteligencia práctica». Hay que, empezar a reivindicar la intransigencia como virtud; porque la transigencia ha dejado de ser aquella capacidad para consentir en parte con lo que se cree justo, razonable y verdadero, y se ha convertido en sinónimo de tragaderas, de lasitud ideológica, de sincretismo moral, de mistificación y endeblez, de papanatismo y sumisión a las modas que convienen.

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Constitución Pastoral Gaudium et Spes, Nº 19

Quienes voluntariamente pretenden apartar de su corazón a Dios y soslayar las cuestiones religiosas, desoyen el dictamen de su conciencia y, por tanto, no carecen de culpa. Sin embargo, también los creyentes tienen en esto su parte de responsabilidad. Porque el ateísmo, considerado en su total integridad, no es un fenómeno originario, sino un fenómeno derivado de varias causas, entre las que se debe contar también la reacción crítica contra las religiones, y, ciertamente en algunas zonas del mundo, sobre todo contra la religión cristiana. Por lo cual, en esta génesis del ateísmo pueden tener parte no pequeña los propios creyentes, en cuanto que, con el descuido de la educación religiosa, o con la exposición inadecuada de la doctrina, o incluso con los defectos de su vida religiosa, moral y social, han velado más bien que revelado el genuino rostro de Dios y de la religión.

27.3.08

Evangelio según San Juan 13, 34-35

Les doy un mandamiento nuevo: ámense los unos a los otros. Así como yo los he amado, ámense también ustedes los unos a los otros.
En esto todos reconocerán que ustedes son mis discípulos: en el amor que se tengan los unos a los otros".

26.3.08

Evangelio según San Lucas, 24, 27-32

Y comenzando por Moisés y continuando con todos los profetas, les interpretó en todas las Escrituras lo que se refería a él. Cuando llegaron cerca del pueblo adonde iban, Jesús hizo ademán de seguir adelante. Pero ellos le insistieron: "Quédate con nosotros, porque ya es tarde y el día se acaba". El entró y se quedó con ellos. Y estando a la mesa, tomó el pan y pronunció la bendición; luego lo partió y se lo dio. Entonces los ojos de los discípulos se abrieron y lo reconocieron, pero él había desaparecido de su vista. Y se decían: "¿No ardía acaso nuestro corazón, mientras nos hablaba en el camino y nos explicaba las Escrituras?".

23.3.08

Es Cristo que Pasa Nº 102, Autor: San Josemaría

El tiempo pascual es tiempo de alegría, de una alegría que no se limita a esa época del año litúrgico, sino que se asienta en todo momento en el corazón del cristiano. Porque Cristo vive: Cristo no es una figura que pasó, que existió en un tiempo que se fue, dejándonos un recuerdo y un ejemplo maravillosos.

No: Cristo vive.
Jesús es el Emmanuel: Dios con nosotros. Su Resurrección nos revela que Dios no abandona a los suyos. ¿Puede la mujer olvidarse del fruto de su vientre, no compadecerse del hijo de sus entrañas? Pues aunque ella se olvidare, yo no me olvidaré de ti(Is XLIX, 14-15), había prometido. Y ha cumplido su promesa. Dios sigue teniendo sus delicias entre los hijos de los hombres(Cfr. Prv VIII, 31).

20.3.08

Es Cristo que Pasa Nº 83, Autor: San Josemaría

Comencemos por pedir desde ahora al Espíritu Santo que nos prepare, para entender cada expresión y cada gesto de Jesucristo: porque queremos vivir vida sobrenatural, porque el Señor nos ha manifestado su voluntad de dársenos como alimento del alma, y porque reconocemos que sólo El tiene palabras de vida eterna.

17.3.08

Evangelio según San Juan 12, 6

Dijo esto, no porque se interesaba por los pobres, sino porque era ladrón y, como estaba encargado de la bolsa común, robaba lo que se ponía en ella.

16.3.08

Es Cristo que Pasa Nº 73-74, Autor: San Josemaría

La paz es consecuencia de la guerra, de la lucha, de esa lucha ascética, íntima, que cada cristiano debe sostener contra todo lo que, en su vida, no es de Dios: contra la soberbia, la sensualidad, el egoísmo, la superficialidad, la estrechez de corazón. Es inútil clamar por el sosiego exterior si falta tranquilidad en las conciencias, en el fondo del alma, porque del corazón es de donde salen los malos pensamientos, los homicidios, los adulterios, las fornicaciones, los hurtos, los falsos testimonios, las blasfemias(Mt XV, 19).

Pero este lenguaje, ¿no resulta ya anticuado? ¿Acaso no ha sido sustituido por un idioma de ocasión, de claudicaciones personales encubiertas con un ropaje pseudocientífico? ¿No existe un acuerdo tácito en que los bienes reales son: el dinero que todo lo compra, el poderío temporal, la astucia para quedar siempre arriba, la sabiduría humana que se autodefine adulta, que piensa haber superado lo sacro?

No soy, ni he sido nunca pesimista, porque la fe me dice que Cristo ha vencido definitivamente y nos ha dado, como prenda de su conquista, un mandato, que es también un compromiso: luchar. Los cristianos tenemos un empeño de amor, que hemos aceptado libremente, ante la llamada de la gracia divina: una obligación que nos anima a pelear con tenacidad, porque sabemos que somos tan frágiles como los demás hombres. Pero a la vez no podemos olvidar que, si ponemos los medios, seremos la sal, la luz y la levadura del mundo: seremos el consuelo de Dios.

15.3.08

El Camino de la Cruz con Juan Pablo II, XI Estación; Autor: André Frossard

Tus manos que bendijeron, Señor,
Tus manos que curaron,
Que devolvieron la vista a los ciegos
Que borraron la lepra de los rostros
Y que dibujaron en la arena
Mientras los falsos jueces de la mujer adúltera
abandonaban uno a uno su tribunal de muerte,
Tus manos que partieron el pan
Y virtieron el vino
Para que las invisibles verdades de la fe
Alimenten y rieguen
Las inciertas realidades de este mundo visible
Tus manos que tanto dieron
Y tan poco recibieron
Señor
Tus manos generosas
Clavadas en la cruz
Permanecerán abiertas para siempre

El hierro punzante atraviesa los pies que santificaron la tierra
La justicia mentirosa de los hombres ha terminado su obra
Y bajo el sol oscurecido por la tormenta y el crimen
Todo está dispuesto
Para alzar el madero con el crucificado.

9.3.08

Amigos de Dios, N' 171, Autor: San Josemaría

Hemos de sostener el derecho de todos los hombres
a vivir,
a poseer lo necesario para llevar una existencia digna,
a trabajar y a descansar,
a elegir estado,
a formar un hogar,
a traer hijos al mundo dentro del matrimonio y poder educarlos,
a pasar serenamente el tiempo de la enfermedad o de la vejez,
a acceder a la cultura,
a asociarse con los demás ciudadanos para alcanzar fines lícitos,
y, en primer término, a conocer y amar a Dios con plena libertad

Hablar con Dios, Tomo 2, N' 33, Autor: Francisco Fernández Carvajal

no podemos olvidar los cristianos que cuando, mediante nuestro apostolado personal, acercamos a los hombres a Dios, estamos haciendo un mundo más humano y más justo. Además, nuestra fe nos urge a no eludir jamás el compromiso personal en defensa de la justicia, de modo particular en aquellas manifestaciones más relacionadas con los derechos fundamentales de la persona: el derecho a la vida, al trabajo, a la educación, a la buena fama...

7.3.08

Via Crucis, XIV Estación Nº 1, Autor: San Josemaría

- Nicodemo y José de Arimatea - discípulos ocultos de Cristo- interceden por el desde los altos cargos que ocupan. En la hora de la soledad, del abandono total y del desprecio..., entonces dan la cara audacter (Mc XV,43)...: valentía heroica!- Yo subiré con ellos al pie de la Cruz, me apretaré al Cuerpo frío, cadáver de Cristo, con el fuego de mi amor..., lo desclavaré con mis desagravios y mortificaciones..., lo envolveré con el lienzo nuevo de mi vida limpia, y lo enterraré en mi pecho de roca viva, de donde nadie me lo podrá arrancar, y ahí, Señor, descansad!- Cuando todo el mundo os abandone y desprecie..., serviam!, os serviré, Señor.

2.3.08

Hablar con Dios, Tomo 2, Nº 26, Autor: Francisco Fernández Carvajal

El cristiano se da a Dios y a los demás, se mortifica y se exige, soporta las contrariedades... y todo eso lo hace con alegría, porque entiende que esas cosas pierden mucho de su valor si las hace a regañadientes.