11.3.23

Evangelio según San Marcos 9, 33-37.

Llegaron a Cafarnaúm y, una vez que estuvieron en la casa, les preguntó: "¿De qué hablaban en el camino?". Ellos callaban, porque habían estado discutiendo sobre quién era el más grande. 

Entonces, sentándose, llamó a los Doce y les dijo: "El que quiere ser el primero, debe hacerse el último de todos y el servidor de todos". Después, tomando a un niño, lo puso en medio de ellos y, abrazándolo, les dijo: "El que recibe a uno de estos pequeños en mi Nombre, me recibe a mí, y el que me recibe, no es a mí al que recibe, sino a aquel que me ha enviado". 



HOMILÍA DE SU SANTIDAD BENEDICTO XVI EN LA SOLEMNIDAD DEL CORPUS CHRISTI 11 de junio de 2009

San Juan María Vianney solía decir a sus parroquianos: "Venid a la Comunión... Es verdad que no sois dignos, pero la necesitáis" (Bernad Nodet, Le curé d'Ars. Sa pensée - Son coeur, ed. Xavier Mappus, París 1995, p. 119). Conscientes de ser indignos a causa de los pecados, pero necesitados de alimentarnos con el amor que el Señor nos ofrece en el sacramento eucarístico, renovemos esta tarde nuestra fe en la presencia real de Cristo en la Eucaristía. No hay que dar por descontada nuestra fe. Hoy existe el peligro de una secularización que se infiltra incluso dentro de la Iglesia y que puede traducirse en un culto eucarístico formal y vacío, en celebraciones sin la participación del corazón que se expresa en la veneración y respeto de la liturgia.

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Por tanto, con la Eucaristía el cielo viene a la tierra, el mañana de Dios desciende al presente, y en cierto modo el tiempo es abrazado por la eternidad divina.