17.5.23

Amigos de Dios Nº 18, Autor: San Josemaría

 así van –inseguras, con zozobras– por las alturas de Dios las almas apostólicas que carecen de vida interior o la descuidan: con el peligro constante de venirse abajo, sufriendo, inciertas.

Y pienso, efectivamente, que corren un serio peligro de descaminarse aquellos que se lanzan a la acción –¡al activismo!–, y prescinden de la oración, del sacrificio y de los medios indispensables para conseguir una sólida piedad
: la frecuencia de Sacramentos, la meditación, el examen de conciencia, la lectura espiritual, el trato asiduo con la Virgen Santísima y con los Ángeles custodios... Todo esto contribuye además, con eficacia insustituible, a que sea tan amable la jornada del cristiano, porque de su riqueza interior fluyen la dulcedumbre y la felicidad de Dios, como la miel de panal. 




Amigos de Dios Nº 19, Autor: San Josemaría

En la personal intimidad, en la conducta externa; en el trato con los demás, en el trabajo, cada uno ha de procurar mantenerse en continua presencia de Dios, con una conversación —un diálogo— que no se manifiesta hacia fuera. Mejor dicho, no se expresa de ordinario con ruido de palabras, pero sí se ha de notar por el empeño y por la amorosa diligencia que pondremos en acabar bien las tareas, tanto las importantes como las menudas. Si no procediéramos con ese tesón, seríamos poco consecuentes con nuestra condición de hijos de Dios, porque habríamos desperdiciado los recursos que el Señor ha colocado providencialmente a nuestro alcance, para que arribemos al estado del varón perfecto, a la medida de la edad perfecta según Cristo.