Que
el Reino de Dios no es comida ni bebida, sino justicia y paz y gozo en el
Espíritu Santo.
30.6.17
La Palabra Para Ser Hablada, Capítulo 12; Autora: Santa Teresa de Calcuta
La alegría es una necesidad y una fuerza para nosotros,
también psíquicamente. Una hermana que cultiva el espíritu de alegría siente
menos la fatiga y está cada día dispuesta a hacer el bien. Una hermana
rebosante de alegría predica sin predicar. Una hermana alegre es como el rayo
de sol del amor de Dios, la esperanza de la alegría eterna, la llama de un amor
ardiente.
La alegría es
una de las mejores garantías contra la tentación. El diablo es portador de
temor y barro, toda ocasión para lanzárnoslo es buena para él. Un corazón
alegre sabe cómo se ha de proteger.
29.6.17
Hablar con Dios, Tomo VI Nº 57, Autor: Francisco Fernández Carvajal
La vocación es un don divino que Dios
ha preparado desde la eternidad. Por eso, cuando el Señor se le manifestó en
Damasco, Pablo no pidió consejo «a la carne y a la sangre», no consultó
a ningún hombre, porque tenía la seguridad de que Dios mismo le había
llamado. No atendió a los consejos de la prudencia carnal, sino que
fue plenamente generoso con el Señor. Su entrega fue inmediata, total y sin
condiciones. Los Apóstoles, cuando escucharon la invitación de Jesús, también
dejaron las redes al instante(Mt 4, 20-22; Mc 1, 18) y, relictis
omnibus, abandonadas todas las cosas(Lc 5, 11),
se fueron tras el Maestro. Saulo, antiguo perseguidor de los cristianos, sigue
ahora al Señor con toda prontitud.
Todos nosotros hemos recibido, de
diversos modos, una llamada concreta para servir al Señor. Y a lo largo de la
vida nos llegan nuevas invitaciones a seguirle en nuestras propias
circunstancias, y es preciso ser generosos con el Señor en cada nuevo
encuentro. Hemos de saber preguntar a Jesús en la intimidad de la oración, como
San Pablo: ¿qué he de hacer, Señor?, ¿qué quieres que deje por Ti?, ¿en qué
deseas que mejore? En este momento de mi vida, ¿qué puedo hacer por Ti?
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