No te hallaba, Señor, de
fuera, porque mal te buscaba fuera, que estabas dentro. Está, pues, Dios en el
alma escondido, y ahí le ha de buscar con amor el buen contemplativo, diciendo:
¿Adónde te escondiste?
6.7.25
, de los Soliloquios con Dios; Autor: san Agustín
Salmo 34(33),2-3.4-5.6-7.
Bendeciré al Señor en todo tiempo,
su alabanza estará
siempre en mis labios.
Mi alma se gloría en
el Señor:
que lo oigan los
humildes y se alegren.
Glorifiquen conmigo
al Señor,
alabemos su Nombre
todos juntos.
Busqué al Señor: El
me respondió
y me libró de todos
mis temores.
Miren hacia El y
quedarán resplandecientes,
y sus rostros no se
avergonzarán.
Este pobre hombre
invocó al Señor:
El lo escuchó y lo
salvó de sus angustias.
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