1213 El santo Bautismo es el
fundamento de toda la vida cristiana, el pórtico de la vida en el espíritu
("vitae spiritualis ianua") y la puerta que abre el acceso a los
otros sacramentos. Por el Bautismo somos liberados del pecado y regenerados
como hijos de Dios, llegamos a ser miembros de Cristo y somos incorporados a la
Iglesia y hechos partícipes de su misión (cf Cc. de Florencia: DS 1314; CIC,
can 204,1; 849; CCEO 675,1): "Baptismus est sacramentum regenerationis per
aquam in verbo" ("El bautismo es el sacramento del nuevo nacimiento
por el agua y la palabra", Cath. R. 2,2,5).
1214 Este sacramento recibe el nombre de Bautismo en
razón del carácter del rito central mediante el que se celebra: bautizar
(baptizein en griego) significa "sumergir", "introducir dentro
del agua"; la "inmersión" en el agua simboliza el acto de
sepultar al catecúmeno en la muerte de Cristo de donde sale por la resurrección
con El (cf Rm 6,3-4; Col 2,12) como "nueva criatura" (2 Co 5,17; Ga
6,15).
1215 Este sacramento es llamado también “baño de
regeneración y de renovación del Espíritu Santo” (Tt 3,5), porque significa y
realiza ese nacimiento del agua y del Espíritu sin el cual "nadie puede
entrar en el Reino de Dios" (Jn 3,5).
1216 "Este baño es llamado iluminación porque
quienes reciben esta enseñanza (catequética) su espíritu es iluminado..."
(S. Justino, Apol. 1,61,12). Habiendo recibido en el Bautismo al Verbo,
"la luz verdadera que ilumina a todo hombre" (Jn 1,9), el bautizado,
"tras haber sido iluminado" (Hb 10,32), se convierte en "hijo de
la luz" (1 Ts 5,5), y en "luz" él mismo (Ef 5,8):
El
Bautismo es el más bello y magnífico de los dones de Dios...lo llamamos don,
gracia, unción, iluminación, vestidura de incorruptibilidad, baño de
regeneración, sello y todo lo más precioso que hay. Don, porque es conferido a
los que no aportan nada; gracia, porque, es dado incluso a culpables; bautismo,
porque el pecado es sepultado en el agua; unción, porque es sagrado y real
(tales son los que son ungidos); iluminación, porque es luz resplandeciente;
vestidura, porque cubre nuestra vergüenza; baño, porque lava; sello, porque nos
guarda y es el signo de la soberanía de Dios (S. Gregorio Nacianceno, Or.
40,3-4).
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