Frater qui adiuvatur a fratre quasi civitas
firma(Prov 18, 19). El hermano ayudado por su hermano es fuerte como una ciudad
amurallada, leemos en el Libro de los Proverbios. En aquellos primeros
tiempos, donde tantas dificultades externas encontraban quienes abrazaban la
fe, la
fraternidad era la mejor defensa contra todos los enemigos. Verdaderamente, la caridad bien vivida nos hace fuertes y
seguros como una ciudad amurallada, como una plaza fuerte inexpugnable a todos
los ataques. Las recomendaciones de vivir con delicadeza extrema el mandato del
Señor son muy abundantes: Llevad los unos las cargas de los otros, y
así cumpliréis la ley de Cristo( Gal 6,
2), exhorta San Pablo a los Gálatas. Nuestra disposición ante los
demás cuando los vemos agobiados, con una sobrecarga de trabajo, de
dificultades, ha de ser siempre la de ayudar a sobrellevar esos fardos, muchas
veces tan pesados. «Carga sobre ti –aconsejaba San Ignacio de Antioquía a su
discípulo San Policarpo–, como perfecto atleta de Cristo, las
enfermedades de todos» (San Ignacio de
Antioquía, Epístola a San Policarpo, 1, 3.)
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario