Amar los miembros enfermos de Cristo
“Vayan y aprendan qué significa: “Yo quiero misericordia
y no sacrificios. Porque yo no he venido a llamar a los justos, sino a los
pecadores”. Ser misericordioso e inclinar el corazón hacia todas las miserias
de los hombres, no sólo las del cuerpo sino también las del alma. Ya que las
miserias del alma son más graves que todos los males del cuerpo y amenazan la
vida y la felicidad de un miembro de Cristo, no por algunos años, sino por la
eternidad… No apegarnos a cuidar las ovejas gordas, limpias y dóciles,
abandonando las ovejas negras o débiles a su mala suerte. O sea, amar a todos
los hombres por Dios, su Padre y su Salvador, cuidando especialmente a los
enfermos, a los pecadores, ya que tienen todavía más necesidad.
Jesús nos da su cuerpo entero para amar. Todos sus
miembros merecen de nuestra parte un amor semejante, como siendo igualmente
suyos. Unos estando sanos, otros enfermos, todos deben ser igualmente amados.
Los miembros enfermos reclaman de nosotros mil veces más que los otros, y antes
de ungir con perfume a los sanos, cuidemos a los que están heridos,
atribulados, enfermos, a todos los que lo requieren en su cuerpo o alma. Sobre todo estos últimos y sobre todo los pecadores… Podemos hacer un bien a
todos los hombres sin excepción, con nuestras oraciones, penitencias, nuestra
propia santificación.
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