4.1.09

Getsemaní, pág. 158; Autor: Mons. Javier Echevarría

No es un dato más entre tantos el hecho de que la Biblia sea el libro más vendido en el mundo. Significa que en el corazón y en la inteligencia de la gente late la sed de Dios, de un Dios que, siendo prefecto e incomprehensible, se pone a nuestro alcance y son repite que podemos recorrer sus pasos y compartir su Vida.

Participar en la intimidad de Jesucristo es vigilar, sin dar cauce al egoísmo, a la comodidad, a la soberbia, a la sensualidad... Con Jesús, nuestra pequeñez se torna instrumento de increíbles proyectos, como aquellos pobres pescadores que se durmieron en Getsemaní pero que, en cuanto vigilaron con Él en oración recia y perseverante, dieron la vuelta al mundo pagano, con la fuerza de Pentecostés, no obstante su tangible debilidad personal y su indigencia de medios.

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