29.4.25

Salmo 37(36),3-4.5-6.23-24.39-40.

 

Confía en el Señor y practica el bien;

habita en la tierra y vive tranquilo:

que el Señor sea tu único deleite,

y él colmará los deseos de tu corazón.

 

Encomienda tu suerte al Señor,

confía en él, y él hará su obra;

hará brillar tu justicia como el sol

y tu derecho, como la luz del mediodía.

 

El Señor asegura los pasos del hombre

en cuyo camino se complace:

aunque caiga no quedará postrado,

porque el Señor lo lleva de la mano.

 

La salvación de los justos viene del Señor,

él es su refugio en el momento del peligro;

el Señor los ayuda y los libera,

los salva porque confiaron en él.

 

25.4.25

ORACIÓN PARA IMPLORAR SANTOS PAPAS; Autor: Mons. Athanasius Schneider

 ORACIÓN PARA IMPLORAR SANTOS PAPAS

(por Mons. Athanasius Schneider)

San Pedro el primer Papa que murió crucificado al revés

¡Señor, ten piedad! - ¡Señor, ten piedad!

¡Cristo, ten piedad! - ¡Cristo, ten piedad!

¡Señor, ten piedad! - ¡Señor, ten piedad!

¡Señor Jesucristo, Tú eres el Buen Pastor!

Con tu mano todopoderosa guías tu Iglesia peregrina a través de las tempestades de cada época. 

Adorna a la Santa Sede con santos Papas que no teman a los poderosos de este mundo ni se comprometan con el espíritu de la época, sino que preserven, fortalezcan y defiendan la fe católica hasta el derramamiento de su sangre, y observen, protejan y transmitan la venerable liturgia de la Iglesia Romana.

Oh, Señor, concédenos santos Papas que, inflamados con el celo de los Apóstoles, proclamen al mundo entero:

“En ningún otro está la salvación [fuera de Cristo]; pues no hay ningún otro nombre bajo el Cielo dado a los hombres por el que podamos ser salvados” (Hch 4,12).

Que a través de una era de santos Papas, la Santa Sede, que es la patria para todos los que promueven la fe católica y apostólica, brille siempre como cátedra de la verdad para el mundo entero.

Escúchanos, oh Señor, y por la intercesión del Inmaculado Corazón de María, Madre de la Iglesia, concédenos santos Papas, concédenos muchos santos Papas.

¡Ten piedad de nosotros y escúchanos!

Amén.

20.4.25

Las Disertaciones, nº 3, Del ayuno; SC 349; Autor: Afraates (¿-c. 345) monje, obispo de Mossul

Los ninivitas ayunaron con un ayuno completo cuando Jonás les
predicó la conversión. (...) Esto es lo que está escrito: “Dios vio sus obras y cómo se convertían de su mala vida, y aplacó el incendio de su ira” (Jon 3,10). No dice: “Vio que ayunaban a pan y agua y se vestían de saco y ceniza”, sino: “Vio Dios lo que hacían, cómo se convirtieron de su mala conducta”. Porque el rey de Nínive había dicho: “Que cada uno se convierta de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos” (v. 8). Hicieron un ayuno sincero y fue aceptado.

Porque, amigo mío, cuando se ayuna, la abstinencia de la maldad es siempre la mejor. Es mejor que la abstinencia de pan y de vino, mejor que “humillarse a sí mismo, mover la cabeza como un junco, acostarse sobre saco y ceniza” como dice Isaías (58,5). En efecto, cuando el hombre se abstiene de pan, de agua o de cualquier alimento, cuando se cubre de saco y ceniza y se aflige, eso es agradable a los ojos de Dios. Pero lo que a Dios más le place es: “(...) desatar los lazos de la maldad, y arrancar todo yugo de esclavitud” (v. 6). Entonces para este hombre “brotará tu luz como la aurora, te precederá tu justicia, y serás como huerto regado, o como manantial cuyas aguas nunca faltan” (v. 8-11). No se parece en nada a los hipócritas “que desfiguran su rostro para que los hombres vean que ayunan” (Mt 6,16).

Evangelio según San Lucas 11,31-32

El día del Juicio, la Reina del Sur se levantará contra los hombres de esta generación y los condenará, porque ella vino de los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay alguien que es más que Salomón.

El día del Juicio, los hombres de Nínive se levantarán contra esta generación y la condenarán, porque ellos se convirtieron por la predicación de Jonás y aquí hay alguien que es más que Jonás.

Salmo 51(50),3-4.12-13.18-19

 ¡Ten piedad de mí, Señor, por tu bondad,

por tu gran compasión, borra mis faltas!

¡Lávame totalmente de mi culpa

y purifícame de mi pecado!

 

Crea en mí, Dios mío, un corazón puro,

y renueva la firmeza de mi espíritu.

No me arrojes lejos de tu presencia

ni retires de mí tu santo espíritu.

 

Los sacrificios no te satisfacen;

si ofrezco un holocausto, no lo aceptas:

mi sacrificio es un espíritu contrito,

tú no desprecias el corazón contrito y humillado.

Libro de Jonás 3,4-10.

Jonás comenzó a internarse en la ciudad y caminó durante todo un día, proclamando: "Dentro de cuarenta días, Nínive será destruida".

Los ninivitas creyeron en Dios, decretaron un ayuno y se vistieron con ropa de penitencia, desde el más grande hasta el más pequeño.

Cuando la noticia llegó al rey de Nínive, este se levantó de su trono, se quitó su vestidura real, se vistió con ropa de penitencia y se sentó sobre ceniza.

Además, mandó proclamar en Nínive el siguiente anuncio: "Por decreto del rey y de sus funcionarios, ningún hombre ni animal, ni el ganado mayor ni el menor, deberán probar bocado: no pasten ni beban agua; vístanse con ropa de penitencia hombres y animales; clamen a Dios con todas sus fuerzas y conviértase cada uno de su mala conducta y de la violencia que hay en sus manos.

Tal vez Dios se vuelva atrás y se arrepienta, y aplaque el ardor de su ira, de manera que no perezcamos".

Al ver todo lo que los ninivitas hacían para convertirse de su mala conducta, Dios se arrepintió de las amenazas que les había hecho y no las cumplió.

9.4.25

Decreto PRESBYTERORUM ORDINIS N° 4 del Concilio Vaticano II sobre el ministerio y la vida de los Presbíteros.

 El Pueblo de Dios se reúne, ante todo, por la palabra de Dios vivo, que con todo derecho hay que esperar de la boca de los sacerdotes. Pues como nadie puede salvarse, si antes no cree, los presbíteros, como cooperadores de los obispos, tienen como obligación principal el anunciar a todos el Evangelio de Cristo, para constituir e incrementar el Pueblo de Dios, cumpliendo el mandato del Señor: "Id por todo el mundo y predicar el Evangelio a toda criatura" (Mc., 16, 15). Porque con la palabra de salvación se suscita la fe en el corazón de los no creyentes y se robustece en el de los creyentes.

Declaración del Concilio Vaticano II NOSTRA AETATE sobre las relaciones de la Iglesia con las religiones no cristianas

Por consiguiente, procuren todos no enseñar nada que no esté conforme con la verdad evangélica y con el espíritu de Cristo, ni en la catequesis ni en la predicación de la Palabra de Dios.