La oración
pública (o en común) en la que participan todos los fieles es santa y
necesaria, pues Dios
quiere ver a sus hijos también juntos orando (Cfr. Mt 18, 19-20.-); pero nunca puede sustituir al precepto del
Señor: tú, en tu aposento, cerrada la puerta, ora a tu Padre (Mt 6, 6.-). La liturgia es la oración
pública por excelencia, “es la cumbre hacia la cual tiende toda la actividad de
la Iglesia y al mismo tiempo fuente de donde mana toda su fuerza (...). Con
todo, la vida espiritual no se contiene en la sola participación de la sagrada Liturgia.
Pues el cristiano, llamado a orar en común, debe sin embargo entrar también en
su aposento y orar a su Padre en lo oculto, es más, según señala el Apóstol,
debe rezar sin interrupción (1 Tes, 5, 17)”
Suscribirse a:
Comentarios de la entrada (Atom)
No hay comentarios.:
Publicar un comentario