Las virtudes prudentes y las virtudes necias
Nos han bien explicado que todo lo que tenemos que
hacer en la tierra es amar a Dios.
Para que no estemos indecisos, sin saber cómo hacer,
Jesús nos dice que la única forma, única receta y camino, es amarnos unos a
otros.
Esta caridad también es teologal, porque nos une
inseparablemente a Él, es la única puerta, única entrada al amor de Dios. Las
virtudes son los caminos que llegan a esta puerta.
Todas son hechas para conducirnos hasta allí más
alegres y seguros.
Una virtud que no llega ahí, es una virtud que se
hizo necia. (…)
Quizás pueda contentarnos
llegar a una humildad sensacional,
o a una pobreza imbatible,
o a una obediencia imperturbable,
o a una pureza a toda prueba.
Eso podrá contentarnos.
no nos hacen encontrar la bondad,
si la gente de nuestra casa, calle, ciudad,
tiene siempre hambre o frío,
si están siempre tristes, sombríos o solos,
quizás seremos héroes.
Pero no seremos de los que aman a Dios.
Las virtudes son como las vírgenes prudentes.
Con su lámpara en mano,
permanecen acurrucadas junto a la única puerta,
puerta del amor,
de la solicitud fraterna,
única puerta que se abre a las bodas
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