“Rogad al dueño de la mies”
Recordando la recomendación de Jesús: “La mies es abundante,
pero los trabajadores son pocos; rogad, pues, al Señor de la mies que mande
trabajadores a su mies” (Mt 9, 37-38), percibimos claramente la necesidad de
orar por las vocaciones al sacerdocio y a la vida consagrada. No ha de
sorprender que donde se reza con fervor florezcan las vocaciones. La santidad
de la Iglesia depende esencialmente de la unión con Cristo y de la apertura al
misterio de la gracia que actúa en el corazón de los creyentes. Por ello
quisiera invitar a todos los fieles a cultivar una relación íntima con Cristo,
Maestro y Pastor de su pueblo, imitando a María, que guardaba en su corazón los
divinos misterios y los meditaba asiduamente (cf. Lc 2, 19). Unidos a Ella, que
ocupa un lugar central en el misterio de la Iglesia, podemos rezar:
Padre,
haz que surjan entre los cristianos
numerosas y santas vocaciones al sacerdocio,
que mantengan viva la fe
y conserven la grata memoria de tu Hijo Jesús
mediante la predicación de su palabra
y la administración de los Sacramentos
con los que renuevas continuamente a tus fieles.
Danos santos ministros del altar,
que sean solícitos y fervorosos custodios de la Eucaristía,
sacramento del don supremo de Cristo
para la redención del mundo.
Llama a ministros de tu misericordia
que, mediante el sacramento de la Reconciliación,
derramen el gozo de tu perdón.
Padre,
haz que la Iglesia acoja con alegría
las numerosas inspiraciones del Espíritu de tu Hijo
y, dócil a sus enseñanzas,
fomente vocaciones al ministerio sacerdotal
y a la vida consagrada.
Fortalece a los obispos, sacerdotes, diáconos,
a los consagrados y a todos los bautizados en Cristo
para que cumplan fielmente su misión
al servicio del Evangelio.
Te lo pedimos por Cristo nuestro Señor. Amén.
María Reina de los Apóstoles, ruega por nosotros